¿Remajunche comprobado?

Martes, 4 de octubre de 2011

En su columna del sábado en El Nacional, mi admirada Milagros Socorro escribe:

Los precandidatos de la unidad democrática que, al corte de hoy, aparecen en el tope de los sondeos, han decidido no enfrentar al autócrata ni enrostrarle sus errores y delitos. Todos andan en el plan de no tocar a Chávez ni con el pétalo de una rosa, al tiempo que se dejan insultar mansamente por el gorila.

Y luego:

Los precandidatos aluden a la inseguridad ciudadana, al desabastecimiento, la inflación, la angustiosa pérdida de valor adquisitivo del bolívar, en fin, a la desesperanza que vivimos, como si fueran floraciones espontáneas de la naturaleza o un sino que Venezuela debe pagar por dictámenes del destino.

¿Por qué los candidatos opositores que lideran las encuestas -Capriles, Pérez, López- actúan así, de esta manera que tanto molesta a Milagros Socorro? Para cortejar -dicen los expertos- ese amplio sector de venezolanos que están obstinados de la polarización y la confrontación política. Atizar el clima de polarización es la receta perfecta para espantar, desmotivar o fatigar a ese sector de indecisos sin el cual es imposible ganar unas elecciones nacionales. Mejor estrategia es flotar por encima de todo esto y enfocar la campaña hacia el futuro.

Quien lleva la bandera de esta estrategia -dice el CW– es Henrique Capriles Radonski.

Pero ¿de verdad la lleva? ¿De verdad actúan los candidatos opositores como dice Socorro? ¿O quizá esa es la intención pero hasta ahora no lo logran?

Algunas muestras muy recientes de Capriles:

3 de octubre. “Gobierno se ocupa de vigilarnos, no de trabajar.”

3 de octubre. “Al Gobierno le desespera que hayan instituciones que estén trabajando en función de todos sin distinciones de color político…el modelo [de Chávez] ya se gastó…es un modelo fracasado.”

27 de septiembre: “Todo lo que ha pasado a manos del gobierno se deteriora.”

21 de septiembre. “Es la hora de cerrar el ciclo de este proyecto [de Chávez] y abrir otro.”

19 de septiembre. “Lo que ellos no hicieron en Miranda, ahora lo estamos haciendo nosotros, se les fue el tiempo en Miranda y se les va a acabar el tiempo en Venezuela.”

Si esto es evitar en lo posible el clima de confrontación, ¿cómo se hace lo contrario? ¿Hablando como Marta Colomina?

Hasta ella, por cierto, no parece insatisfecha con el discurso de Capriles.

Biblias contra cuchillos

Lunes, 3 de octubre de 2011

Pequeña muestra del libro de Patricia Clarembaux, A ese infierno no vuelvo. Un viaje a las entrañas de las cárceles venezolana (Punto Cero, 2009):

Cuando Juan Marcos -de 18 años de edad, blanco, baja estatura y delgadísimo- ingresó a Yare no conocía a nadie, pero en los tribunales uno de sus compañeros, veterano en el asunto, casi como un ángel, le sugirió que, por su bien, al llegar pidiera ser recluido en las letras de los evangélicos porque ellos lo protegerían. Así hizo….Sus primeros ocho meses en prisión transcurrieron en medio de la tensa tranquilidad de su celda. Dormía, comía, pasaba el tiempo, como cualquiera. Pero el agua corrió y corrió. Después de ese tiempo, ya confiado en que nada podría cambiar, un motín en Yare trajo novedades que, aunque no esperaba, logró superar.

Los cristianos protegían en sus celdas a un refugiado “emproblemado con media vida,” como ellos mismos dicen. Un grupo de presos quería la cabeza de este sujeto y fue a buscarla. Irrumpieron “a tiro limpio en la letra”, reventaron el candado, a golpes desalojaron a los evagélicos de sus espacios en busca del tipo: “¡Quítate pastor, quítate, que no es contigo la vaina!” Pero una pared humana se interpuso entre los bandidos y el hombre. En el forcejeo, la masa cedía por debilidad, pero se recuperaba y aumentaba la distancia entre ambos. Eran pistolas amenazantes y cuchillos recién amolados contra biblias. Y el mal venció. El muro humano cayó. Entre dos tomaron al hombre por ambos brazos. Otro más sacó el cuchillo de cocina y lo deslizó de una yugular a la otra. Una erupción de sangre les manchó la cara a los más cercanos. Habían ganado la batalla.

Nostalgia de un gran duelo

Jueves, 29 de septiembre de 2011

En un muy comentado reportaje de The New York Times, Nicholas Kulish escribe que las protestas y el descontento alrededor del mundo -de India a Grecia, de España a Israel, de Gran Bretaña a Estados Unidos- tienen un denominador común: “…cansancio, incluso desprecio, por los políticos tradicionales y el proceso político democrático que presiden.”

Kulish dice que la economía -el alto desempleo, la creciente desigualdad y las medidas de austeridad- ha sido un motor detrás de las protestas.

Pero incluso en India e Israel, donde hay alto crecimiento económico, los manifestantes dicen “que desconfían tanto de la clase política…que sienten que sólo un asalto al sistema puede resultar en un cambio real.”

Kulish dice que cada vez más ciudadanos de todas las edades, pero especialmente los jóvenes, están rechazando estructuras democráticas convencionales como partidos políticos y sindicatos.

Y este vacío ha sido llenado por Internet y las redes sociales. Twitter, Facebook, Paypal y otras redes sociales y herramientas de Internet son las nuevas estructuras a través de las cuales un creciente número de ciudadanos se organizan y manifiestan su descontento, a veces bypasseando las instituciones de la democracia representativa.

La antipolítica, pues, se ha globalizado y ha encontrado un espacio de operación: Internet.

El reportaje es estimulante y ambicioso; busca identificar y explicar un fenómeno internacional muy complejo.

Pero es tambien un ejemplo clásico de un autor acomodando la realidad para que encaje con su tesis, en este caso la globalización de la antipolítica y la frustración mundial por la falta de alternativas al sistema capitalista.

Un ejemplo:

Votantes frustrados no están pidiendo que un dictador tome el poder. Pero dicen que no saben qué dirección tomar….“Incluso cuando el capitalismo cayó en su peor crisis desde 1920 no había una visión alternativa,” dice el autor izquierdista británico, Owen Jones.

Otro:

La izquierda política, que podría haber sido el destino natural de estos movimientos que surgen alrededor del mundo, está comprometida, en la opinión de los activistas, por el neoliberalismo de centro de Bill Clinton y Tony Blair.

Con “activistas” o con “votantes frustrados” Kulish no se está refiriendo a un grupo de activistas específico, ni siquiera a un país específico. Los términos abarcan al movimiento mundial de protestas.

Leyendo estos dos párrafos -y hay más ejemplos de lo mismo- uno pensaría que el sentimiento que describe Kulish es generalizado. Que la mayoría de los manifestantes están frustrados porque la izquierda ha sido coaptada por el centro neoliberal de Clinton y Blair, y porque no hay en el mundo una verdadera alternativa al sistema capitalista.

Pero ¿dónde está la evidencia? ¿Dónde están las encuestas o sondeos de opinión que prueban esto? ¿Dónde están las pruebas de que los activistas citados representan el grueso de los manifestantes? ¿Cómo sabemos que las ocho o diez personas citadas en el reportaje son una muestra representativa? ¿O que el reportaje no es un ejercicio de cherry picking para fundamentar un análisis errado del autor?

En Chile, por ejemplo, hay claras manifestaciones de antipolítica entre los estudiantes. Pero las opiniones radicales de la bella Camila Vallejo no son compartidas por la mayoría de los manifestantes. De hecho, Vallejo es parte de una minoría radical en Chile.

Leyendo el reportaje Kulish, uno a veces siente que las democracias capitalistas de Occidente son como eran hasta hace poco las dictaduras Egipto, Libia y Túnez: ollas de presión que tarde o temprano van a estallar.

Y no estoy negando que no haya frustración antisistema en muchas de estas protestas. Lo que estoy diciendo es que Kulish no presenta evidencia convincente para demostrar la importancia que él le está asignando a la antipolítica en esta ola mundial de protestas.

Más que la realidad, el reportaje parece expresar la nostalgia del autor con un mundo donde había un claro contrincante al sistema capitalista; su frustración por la hegemonía del capitalismo.

En su reportaje los manifestantes del mundo se convierten en un espejo de esa frustración.

Efecto Alan

Miércoles, 28 de septiembre de 2011



Ríodoce y Javier Valdez

Martes, 27 de septiembre de 2011

Hace un par de años, leyendo un reportaje de Alma Guillermoprieto en The New Yorker, me crucé con el nombre de Javier Valdez, a quien la periodista se refería como un reportero de un “local scrappy newspaper” que sabía mucho del narcotráfico en Sinaloa.

Lo busqué en Internet y enseguida lo contacté porque estaba trabajando en un reportaje sobre México. Esa conversación, al igual que las muchas que hemos tenido desde entonces, fue iluminadora.

Más allá de los datos y cifras mil veces repetidas sobre el crimen organizado en México, Valdez es capaz de contarte la historia privada del narcotráfico en Sinaloa: cómo ha cambiado a sus amigos (“muy pocos no están de alguna manera vinculados al narco”), como ha transformado los valores, cómo ha alterado hábitos y costumbres y creado una narcocultura, cómo ha afectado al periodismo (“en el diario publicamos sólo el 60 por ciento de lo que sabemos”), cómo la corrupción ha penetrado hasta los árboles, y como en Sinaloa el narco es una “forma de vida”:

Vivimos en una ciudad en donde todos los caminos conducen al narco. Yo podría escribir sobre agricultura, y ahí está el narco; o sobre los table dance, y ahí está el narco; o sobre los centros comerciales o la venta de vehículos usados o nuevos, y está el narco. Aquí el narco no es un fenómeno policíaco, es una forma de vida.

El diario donde trabaja Javier, Ríodoce, se acaba de ganar el presitigioso premio Maria Moors Cabot a la excelencia periodística de la Universidad de Columbia.

A continuación los dejo con un reportaje de Mirtha Rivero sobre Ríodoce:

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