Igualdad en la desigualdad

Miércoles, 2 de mayo de 2012

En el NYT Luisita López Torregrosa publicó un artículo sobre cómo se ha progresado en la igualdad de géneros en América Latina.

Entre los países que la periodista destaca, ninguno ocupa más espacio que Cuba:

Perhaps Cuba is a bigger surprise. The U.N. Women study ranks the island No. 3 in the world in the percentage of women in the legislature (the United States ranks No. 78). Cuba is also among the 30 countries, including Nicaragua, Costa Rica, Argentina, Ecuador and Guyana, where women make up 30 percent or more of their legislatures (unicameral parliaments or lower houses). Cuban women make up 41 percent of the Communist Party and 45.2 percent of the National Assembly.

Y luego:

“What fostered change was a political commitment that incorporated women’s rights into the broader Cuban revolution, and investments in literacy and public health that produced significant improvements for women after 1959,” said Sarah Stephens, the director of the Center for Democracy in the Americas , a research and advocacy group that opposes the U.S. embargo of Cuba and proposes new policies intended to foster normal relations. “The status of Cuban women over the last 50 years has seen some pretty big changes.”

Bien. Tratemos de hacer una analogía para ilustrar porque Cuba no merece el tono congratulatorio de la nota. O, dicho de otro modo, porque este artículo revela una exasperante falta de criterio.

Imaginemos una universidad donde las autoridades se han cerciorado de que el estudiantado tenga el mismo número de hombres y mujeres. Pero imaginemos que en esa misma universidad se restringe fuertemente Internet; se prohibe la lectura de un extenso catálogo de libros; se considera un crimen difundir periódicos como el NYT o el WSJ o informes de Amnistía Internacional y Human Rights Watch; se prohibe viajar a otros países; y hasta hace poco hubo incluso una prohibición para impedir el uso de computadoras personales y teléfonos celulares. ¿Preferiría Luisita Pérez Torregrosa estudiar en esa universidad o en una universidad sin estas restricciones donde las mujeres sólo conforman el 30 por ciento del estudiantado?

Es decir, de nada sirve que un país racista permita a los negros sentarse en la parte de adelante del autobús si todos los habitantes del país son tratados como negros.

Alguien debe informarle a la periodista que ninguna mujer en Cuba tiene el lujo de leer fácilmente en Internet su artículo sobre los increíbles avances en la igualdad de géneros en la isla.

Y que los hombres tampoco puedan no es una consolación.

PD: A Greg Weeks también lo sorprendió esta nota, pero en su blog se enfocó en la “evidencia” que López Torregrosa decidió destacar de primero.

Un buen uso para la Celac

Miércoles, 2 de mayo de 2012

Como ya he dicho, es ridículo pensar que los latinoamericanos se oponen a la legalización de las drogas porque son como niños idiotas que se dejan someter por sus amos del imperio.

Sí, es absurdo negar la existencia de poderosas fuerzas, presiones e intereses externos. Pero tan absurda es la tendencia a subestimar, si no ignorar completamente, los factores domésticos. En América Latina la clase gobernante no es inmune a las presiones electorales, los prejuicios, la desinformación y las creencias que impiden en Estados Unidos una discusión madura y abierta sobre posibles cambios de rumbo en la lucha antinarcóticos.

Un ejemplo reciente. Entre los precandidatos de oposición en Venezuela sólo Leopoldo López se mostró abierto a discutir diferentes alternativas al actual enfoque de la lucha antidroga. El resto rechazó sin ambages caminos que apuntaran hacia la legalización. ¿Por presión de EEUU? Difícilmente. En este caso la resistencia tiene exclusivamente causas internas, principalmente el rechazo casi reflexivo que provoca en mucha gente la idea de un mundo donde el consumo, la comercialización o la producción de droga es legal.

Miren, por ejemplo, lo que dicen diversas encuestas sobre este tema.

En EEUU casi la mitad apoya la legalización de la marihuana. En Canadá el 66 por ciento. En América Latina el apoyo es considerablemente menor. En Chile, el país latinoamericano donde la legalización de la marihuana es mejor vista, el apoyo es de apenas el 30 por ciento. En Argentina un 27 por ciento la apoya. En Mexico un 23. En Colombia un 13. En Perú un 11. En Bolivia un 10. Es decir, en los tres principales productores de cocaína del mundo  -Perú, Colombia, Bolivia- el apoyo a la legalización de la droga más blanda de todas no supera el 13 por ciento.

Por eso es previsible que los políticos, incluso los que tienen la mente más abierta, piensen dos veces antes de favorecer cambios que apunten hacia la legalización. Obama no es una excepción en el hemisferio por sucumbir ante este tipo de presiones electorales.

¿Por qué esto importa? Porque es mentira que los latinoamericanos no pueden hacer nada para tratar de cambiar el actual enfoque de la lucha contra las drogas. Si se unen como lo hacen en su condena contra el embargo o en su insistencia en incorporar a Cuba al sistema interamericano, el impacto podría ser poderoso. Pero para lograr esto tienen que estar primero convencidos ellos mismos de que un cambio es necesario (algo que no ha pasado), y de que vale la pena invertir, y posiblemente sacrificar, capital político en esta lucha.

Chávez y la legalización

Martes, 1 de mayo de 2012

Estados Unidos dice blanco; Hugo Chávez dice negro. Pocas cosas le gustan más a Chávez que estar en el bando contrario del imperialismo yanqui.

Pero en el debate sobre la legalización Chávez y el oficialismo han estado sorpresivamente silenciosos (y del lado de los yanquis). Y, cuando Chávez se ha pronunciado, ha sugerido que la legalización le parece un disparate.

Si hay que dar una pelea contra EEUU, si hay un caso que de verdad justifica tomar una posición antagónica y también tratar agrupar a los latinoamericanos para presionar en conjunto al gobierno estadounidense a que cambie su posición (algo difícil porque en Latinoamérica no hay conscenso), esta batalla es la de la lucha antinarcóticos.

Nada sería mejor que ver a Latinoamérica presionando a EEUU sobre el tema de la legalización con la misma unidad y chutzpah con que presionan para que se levante el embargo.

Chávez, sin embargo, no parece interesado en involucrarse en esta debate, un debate, por cierto, que le daría enormes réditos políticos internacionales y que, además, es muy fácil de ganarle intelectualmente a los estadounidenses.

¿Por qué no lo hace?

Algunos andan sugiriendo que no lo hace por su relación con el narcotráfico. Y este reporte de ABC, en el que Aponte Aponte presuntamente reveló a la DEA que Chávez recibe informes semanales sobre las operaciones de narcotráfico realizadas en Venezuela, pareciera reforzar este argumento (si se puede confiar en las fuentes de ABC y en Aponte Aponte).

El punto es simple. A nadie le conviene menos que al crimen organizado una movida hacia la legalización de las drogas. Y por eso existen presiones dentro del gobierno venezolano contra la legalización. Las líneas, claro, no son tan nítidas. No es que Chávez dice “me beneficio del narcotráfico y por eso me opongo a la legalización.” Pero sí sería de uno de esos casos en el que las líneas geopolíticas de un gobierno se confunden con los intereses comerciales de sus socios criminales.

¿Es esto factible?

Sí lo es. Pero a mi esta hipótesis me parece desalada. En primer lugar, no creo que el narcotráfico vea la legalización como un peligro inminente que justifique un esfuerzo de lobby con sus socios en el gobierno de Venezuela. En segundo lugar, si tengo que especular, diría que el gobierno ni siquiera se ha planteado las cosas en estos términos. No creo, ni siquiera, que Chávez esté bien informado sobre el debate en torno a la legalización.

Les ordeno que me recomienden que me retire

Lunes, 30 de abril de 2012

Lo más importante de la cadena de hoy, por supuesto, fue la nueva LOT.  Pero por ahora comparto este revelador fraseo de Chávez (énfasis mío):

Yo pido al señor vicepresidente que aceleremos la instalación de este Consejo de Estado. Y como jefe de estado, lo primero que le voy a pedir a este Consejo de Estado, es el estudio acelerado, y la recomendación al jefe del Estado, para retirarnos de inmediato de la tristemente célebre Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

¿No sería más eficiente saltarse el paso de Consejo de Estado? No sé si soy yo, pero creo que no hace falta.

La frontera caliente

Lunes, 30 de mayo de 2012

En Venezuela no le han prestado atención, pero el nuevo libro publicado por la ONG colombiana Corporación Nuevo Arcoiris, titulado “La Frontera Caliente entre Colombia y Venezuela,” está siendo ampliamente reseñado por el diario Panorama, desde hace tiempo convertido en un pasquín del chavismo.

Semana, The Economist y El Nuevo Herald también han públicado artículos sobre el libro, pero….o estos medios no se han leído el libro entero o Panorama está inventando cosas que supuestamente aparecen en el libro pero en realidad no aparecen. Porque algunas citas que hace Panorama del informe son temerarias. Si son ciertas, son muy graves y extraña que no reciban mayor atención y escrutinio. Si no lo son, significa que la investigación no es muy seria.

Un ejemplo:

…la investigación logró establecer que las alianzas entre “Los Rastrojos” y testaferros del Bloque del Norte con parte de la clase política zuliana es bastante estrecha, vínculos que se han logrado rastrear desde 1998, pero que se profundizaron en la administración de Manuel Rosales, quien fue financiado en su campaña a la gobernación del estado Zulia por el Bloque Norte de las AUC.

Esto, repito, es según Panorama una cita textual del libro. Otro ejemplo:

Las dinámicas conocidas de parapolítica se viven igualmente en el Zulia. En dos oportunidades, en diciembre del 2001, se reunieron en Ureña y Cúcuta Jorge Iván Laverde, alias “El Iguano”, el ex alcalde de Maracaibo y candidato presidencial Manuel Rosales, más unos empresarios venezolanos, y pactaron un precio por la vida del Mandatario venezolano. Quizá como no se concretó ese objetivo en la frontera fueron hasta Caracas en 2004 para cobrar suculenta oferta.

¿Rosales conspirando para matar a Chávez en 2001? ¿Aliándose con nada menos que un notorio paramilitar y un grupo empresarios para fraguar un magnicidio? ¿No estaban, por casualidad, Patricia Poleo, Aznar y los dueños de Globovisión en esa reunión? No quiero burlarme, pero en ese entonces el presidente llevaba apenas dos años en el poder y Rosales acababa de ser electo gobernador del Zulia. Uribe todavía no había sido electo presidente. Espero que Nuevo Arcoiris documente este párrafo con pruebas sólidas porque, de lo contrario, la credibilidad de la investigación se vería afectada.

A juzgar por las reseñas y las citas de Panorama, muchas cosas que dice el informe parecen factibles. Es decir, no me extrañaría que fuesen ciertas. Otras parecen delatar falta de rigor y encajan demasiado bien con los que ciertos sectores quieren escuchar.

Habrá que leer el libro.