Respuesta de Lissette

Viernes, 21 de febrero de 2013

Le pedí a Lissette posponer el debate ayer por lo que ha pasado a partir del 19F. Me pareció poco apropiado el momento. Pero ahora pienso que quizá el debate adquirió mayor relevancia.

Porque a partir del 19F el gobierno ha dado una muestra clara de cómo reacciona ante cualquier amenaza a su poder. Hasta cierto punto siempre hemos sabido esto, pero ahora sabemos mejor hasta donde es capaz de llegar. Lo que ocurrió antenoche ha podido ocurrir después de la victoria del 14A, si Capriles no suspendía las marchas.

Esto nos deja con un panorama desolador -y preguntas difíciles que muchos cómodamente evitan. La presión en la calle, si es considerable, y bajo cualquier contexto (incluyendo presión para que se respeten resultados electorales), podría resultar en otro 19F o una masacre. Y renunciar al derecho universal de protesta, como dice Jorge Castañeda, equivale a resignarse a una dictadura. Ya expliqué porqué.

En fin, luego más sobre esto. Por ahora los dejo con la respuesta de Lissette González, socióloga de la UCAB, al artículo de las mayorías:

Estimado Alejandro:

Agradezco mucho tus comentarios al texto que publiqué en mi blog la semana pasada, “No somos mayoría”. Tienes toda la razón cuando comentas que cuánto apoyo recibe la oposición no es un fenómeno independiente del ventajismo por parte del gobierno: uso de fondos públicos para las campañas, contar con el sistema nacional de medios públicos donde aparecen candidatos del oficialismo casi en exclusiva, violación de las normas electorales sin que intervenga el CNE, entre muchos otros elementos que podrían mencionarse.

Pero reducir la correlación de fuerzas existente entre oposición y gobierno solo a este factor equivale a desconocer los efectos sociales que a lo largo de estos últimos quince años han generado la polarización y el discurso oficial basado en la reivindicación identitaria de los excluidos del pasado. Resolver el problema político actual, en ese caso, solo necesitaría de fondos y una adecuada estrategia de marketing. No creo que ese sea el caso. El gobierno revolucionario no ha logrado con sus políticas económicas y sociales cambiar sustantivamente las oportunidades de los venezolanos más humildes (escribí sobre eso aquí), pero sí convencer a una proporción importante de esta población de que este gobierno sí va a ocuparse de ellos. Que la oposición (“los otros”), si llegara a ser gobierno, les quitaría lo poco que han logrado y perderían la posibilidad de seguir avanzando.

No tenemos forma de saber qué tan importante es esta diferenciación simbólica/identitaria entre ambos bandos. No sabemos si esta identificación de algunos sectores populares con el gobierno bolivariano se ha mantenido incólume o hasta qué punto se ha debilitado con la desaparición de Chávez de la escena. Sin embargo, esta variable también debe formar parte del análisis del actual momento político. Cuando en mi artículo decía que el descontento popular no se traduce de forma automática en apoyo a la oposición me refería a esto. Y creo que la única forma de traspasar la barrera simbólica impuesta por la polarización es que la organización y las protestas se basen en problemas concretos y urgentes de la gente, no en “Fulano vete ya”.

Ojalá que esto ayude a aclarar mi posición y a seguir profundizando en este importante debate.

¡Muchos saludos!

19F

Jueves, 20 de febrero de 2014

Lo que está ocurriendo a estas horas en Venezuela es tan espeluznante como aterrador, un episodio siniestro que quedará registrado como uno de los más infames de la historia del país.

El gobierno de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello parecieran haber dado una orden de represión violenta de las protestas en varias ciudades del país. ¿Quién está ejecutando la orden? Al parecer la Guardia Nacional, la Policía Nacional Bolivariana y los colectivos violentos afiliados al gobierno. Y, a juzgar por los videos que pululan en Twitter, las fuerzas de autoridad y los colectivos se han vuelto casi indistinguibles.

En Valencia las autoridades lanzan bombas lacrimógenas dentros de los apartamentos. En Caracas hay videos de invasiones a edificios y reportes de disparos a inmuebles, automóviles y manifestantes en los Palos Grandes, Santa Fe, Las Palmas, la avenida Panteón y otros lugares y urbanizaciones. A Altamira llegan los colectivos disparando al aire. Y también montones de camionetas para llevarse las motos de los manifestantes. Una corresponsal española cuenta que al llegar la GN escuchó al menos cincuenta detonaciones de bombas lacrimógenas en cuestión de segundos. Esto forzó a 300 manifestantes a esconderse en un edificio, una situación que se repite idénticamente en varios puntos de la ciudad.

Y, si piensan que la situación no pueden estár peor en Caracas, se equivocan. Una periodista de Al Jazeera cuenta a través de su Twitter que, al lado de San Cristobal, que describe como una zona de guerra, Caracas es Disney World. El caos es tal que hay un virtual toque de queda. Todas las vías de acceso a la ciudad han sido militarizadas, Internet está bloquedo y mucha gente no tiene teléfono. El gobierno ha decidido enviar más fuerzas de la Guardia Nacional Bolivariana para tratar de reestablecer el orden. La situación del país no ha tocado fondo.

Estoy desvelado y escribo esto a la cuatro de la madrugada. Pero leyendo estos reportes y viendo las imágenes y videos pienso que todos los caminos futuros que unos puede imaginar para Venezuela lucen oscuros. Porque aquí lo que estamos viendo es el terror del gobierno a perder el poder. Consciencia del mal que han hecho. Temor al castigo. Un instinto animal de supervivencia que los lleva a cometer los más horrendos crímenes. Y cualquier amenaza real a su poder, de cualquier tipo, siempre acarreará una alta probabilidad de provocar una sangrienta carnicería.

El tema de la mayoría

Lunes, 17 de febrero de 2013

El problema con las protestas es que están desconectadas de la mayoría. Hay gente que respeto y aprecio, incluyendo el inteligente @Econ_Vzla, alertándome sobre la conveniencia de contar con una base social mayoritaria.

¿Debemos esperar a ser mayoría?

Más que la pregunta incorrecta creo que esta es la pregunta excluyente. Aceptarla nos arrincona injustamente. Y responderla nos hace excluir una parte importante de la historia. Me recuerda la manera equivocada como Enrique Krauze se plantea el tema de la vocación social de Chávez.

¿Por qué?

Hagamos un experimento mental. El próximo abril se celebran elecciones bajo condiciones justas, rompiendo el monopolio mediático, acabando con el obsceno ventajismo de recursos, prohibiendo la intimidación a empleados públicos, liberando las fuentes de financiamiento de la oposición y evitando la violencia contra testigos opositores en los centros electorales, entre otras cosas. ¿Podría triunfar Henrique Capriles?

Pongo apropósito a Capriles como ejemplo. Hace apenas diez meses, cuando la situación económica estaba “mejor” y a pesar del ventajismo, el abuso y la ola emotiva desatada por la muerte de Chávez, Capriles ganó o perdió por muy poco. Ni el gobierno plantea otro escenario.

Pero seamos aún más justos. ¿Ganaría Capriles si compitiera contra Maduro gozando del tradicional ventajismo oficial? Imaginen a Capriles desapareciendo a Maduro de los canales de TV y utilizando el sistema de medios públicos para denunciar constantemente problemas como la inflación, la escasez y inseguridad (y presionando a Venevisión y Televen para que hagan lo mismo). Imaginen a Capriles con su propia Misión Vivienda, con el presidente de PDVSA como su jefe de campaña, con los militares ayudándolo a movilizar el voto, con una enorme ventaja estructural en los estados rurales, etc, etc, etc.

¿Piensan que ganaría? Si creemos que Capriles ganó en abril, es sensato asumir que con estas ventajas su victoria sería prácticamente segura.

Y, si es así, ¿qué entonces significa realmente la mayoría de Maduro?

Lissette González dice:

Pero aun en el caso de que hubiera elecciones limpias y en igualdad de condiciones, sin ventajismo, todavía queda otro pequeño problema: para ganar elecciones hay que ser mayoría y no lo somos.

Esta desvinculación total de las condiciones electorales y la composición del voto es asombrosa. Y, como ya dije, creo que es útil pensar en la protesta como una manera importante de hacer frente al deterioro de las condiciones. Seamos o no seamos mayoría.

Pero hay otro punto importante.

¿Por qué se abandonó la protesta pacífica como herramienta de lucha después del 14/A? ¿No era entonces la oposición mayoría como sostuvo unánimemente la MUD? Si ese tampoco era el timing correcto, ¿cuál entonces es? Y, si ganamos en 2019 y el gobierno se roba las elecciones, ¿qué vamos a hacer? ¿Esperar una derrota en las posteriores municipales para comenzar otra vez el ciclo?

Podemos decir que renunciar a la calle después de abril fue un acierto. Podemos también decir que ahora no es el momento de protestar porque no somos mayoría.

Pero no podemos sostener las dos cosas al mismo tiempo.

Memorias del CTR

Jueves, 13 de febrero de 2014

Hay anécdotas tempranas del chavismo que nos ayudan a entender lo que ocurre en el presente.

¿Alguien se acuerda, por ejemplo, de la fotografía de un camión y un microbús en el que llegó el colectivo La Piedrita a sabotear violentamente una marcha de estudiantes opositores en 2009?

En la foto que se difundió entonces se podía ver leyendas en los vehículos que decían “Grupo de Trabajo La Piedrita” al lado del logotipo del canal estatal de televisión ViVe.

Pero eso fue cuando ya no era un secreto la relación entre el gobierno y estos colectivos grupos paramilitares, a veces, como en el caso de La Piedrita, fascinantemente compleja.

Mucho antes de eso, poco antes del golpe de abril de 2002, se llevó a cabo una reunión entre Hugo Chávez y el alto militar para debatir cómo combatir la marchas y la huelga de la oposición.

Y a esa reunión llegaron de pronto los miembros del Comando Táctico de la Revolución (CTR), un grupo que controlaba parte de la maquinaria política de Chávez.

…the tone of the meeting instantly changed, as did the attitude of the president. Before the appearance of the CTR, Chávez had been behaving like the president of Venezuela and the commander in chief of the armed forces -his two primary roles…..But now Chávez was transformed. He was now the leader of the Bolivarian Revolution, a very different role.

The CTR steered the meeting toward their plans to employ the Bolivarian Circles as a paramilitary force to stop the marches and defend the president, specifically by organizing them into brigades. Then they discussed a plan to have the National Guard storm the central offices of PDVSA in Chuao to take control of the oil company by force. They also spoke of launching an aggresive information campaign on both the public and the private TV stations, including having loyalists fill the highways with cars and then broadcasting the images on TV to make it look as if people were working.

Esta pequeña anécdota sintetiza la filosofía gangsteril del ejercicio del poder que tiene la cúpula chavista.

¿Y adivinen quién era uno de los miembros del CTR? La actual primera dama, Cilia Flores.

Basado en testimonios de varios asistentes, mi amigo Brian Nelson reconstruyó esta reunión en su excelente libro sobre el golpe.

No cuesta mucho trabajo imaginar las reuniones de ahora. Contacten a los colectivos y mándenlos a Plaza Venezuela, no dejen que ningún medio transmita imágenes de la marcha, saquen a NTN24 de las cableras, llenen autobuses con nuestros seguidores para la contramarcha, emitan una orden de arresto contra Leopoldo López.

Después de todo, eso es lo que hubiese hecho El Comandante, ¿no?

¿Es #LaSalida la salida?

Jueves, 13 de febrero de 2014

¿Qué es mejor? ¿Protestar para buscar ya un cambio de gobierno o forjar una estrategia moderada de largo plazo para derrotar al gobierno en las presidenciales de 2019?

Quienes han planteado mejor el dilema son Carlos Blanco y Fernando Mires.

El argumento de Mires, defensor de Capriles, se reduce a que..

En Venezuela lo que más abunda son manifestaciones sociales. Pero ponerse al lado de ellas exige bajar el perfil publicitario de las acciones políticas, analizar cada huelga, cada paro, cada síntoma de descontento, y convertirse en abogado político de los manifestantes. En otras palabras, y eso es lo que captó Capriles, había llegado el momento de crecer desde abajo hacia arriba, ganar con paciencia y trabajo gris a trabajadores aún adictos a Maduro, buscar modos de comunicación con la masa indecisa y cerrar filas alrededor de los bastiones regionales arrebatados al gobierno. En fin, todo indicaba que la dirigencia de la oposición iba aprovechar el lapso no-electoral para configurar una mayoría social, democrática y popular en contra de la oligarquía militar-civil enquistada en el poder.

¿Cómo? Librando…

…una ardua lucha al interior de los sindicatos, de las organizaciones populares y civiles, en las universidades y en las escuelas, en los pueblos y en las aldeas. El poder de la calle –ese es el punto- surge del poder social y no al revés.

Por otro lado, Carlos Blanco defiende la propuesta de Leopoldo y MCM:

El país no espera porque no solo se desintegra el Estado capturado por las mafias, sino que la sociedad, agobiada por la escasez y el crimen, no aguanta más. El caos y la anarquía ya existentes han llegado a cotas inmanejables y por tal razón el reemplazo del régimen de Maduro debería hacerse cuanto antes. Sin duda que en el país hay quienes creen que la restauración de la democracia pasa por un golpe de estado, similar al de Chávez en 1992; sin embargo, no es esta la postura que promueven Ledezma, Leopoldo, María Corina y la MP…el reemplazo de Maduro puede y debe hacerse dentro de las posibilidades que plantea la Constitución.

¿Quién tiene la razón?

El problema de los caprilistas es que miran la realidad no como algo fluido y cambiante sino estático. Asumen que en cinco años el escenario político va a ser el mismo y tendremos otra vez una oportunidad de ascender al poder. Pero ¿la tendremos?

La situación de los medios se ha transformado radicalmente en pocos meses. A este ritmo es posible que ningún diario importante esté en manos de adversarios del gobierno u operando a finales de año. El derecho a la manifestación pacífica está bajo azote, así como el de libre movilidad. Lo más probable es que la represión aumente conforme se acentúe la crisis economica. Y la crisis se va a acentuar.

El 7/O y el 14/A hubo una oportunidad real de victoria. En 2019 quizá ya no queden suficientes espacios de acción democrática para aspirar a una transición. Y, si quedan espacios, será porque la oposición…salió a la calle a presionar.

Que el timing no es el ideal para convocar protestas (porque en este momento no somos mayoría) es un argumento débil. En este sentido el resultado de las municipales no es lo importante. Lo clave es preguntarse si, en un terreno electoral nivelado (sin trampas, ventajismo, intimidación del voto, represión, monopolio de medios, etc), la oposición estaría en el poder. Los defensores de Capriles podrán pensar que nunca hemos sido mayoría. Pero hace pocos meses Capriles sostenía que sí lo éramos.

Pero ¿tienen razón Leopoldo y MCM en proponer #LaSalida?

Las críticas más inteligentes a ellos no son críticas a las protestas en sí mismas. Son criticas a una estrategia confusa que consiste en lanzar una idea con pocas posibilidades de éxito. Porque ¿cómo exactamente vamos a pasar de la calle al revocatorio, la renuncia o la Asamblea Constituyente si todas las instituciones están en manos del gobierno?

Es un punto válido. Nos dice que la estrategia puede ser mejor. Todas las estrategias siempre pueden ser mejores. Lo que no nos dice es que antes de las protestas la inercia opositora nos tenía enlodados en un lugar peor al que estamos ahora.

#LaSalida quizá no es la salida, pero ha contribuido a recobrar un sentido de urgencia y una disposición de lucha sin los cuales es difícil imaginar un fin al chavismo.