Por qué la reforma de inmigración sí importa

Sábado, 10 de noviembre de 2012

Tengo mucha admiración por la blogósfera liberal de Estados Unidos. Además de la coincidencias de opinión, admiro la manera como -conversando y citándose entre ellos, destacándose unos a otros- han conformado un bloque de opinión con mucho más poder para influenciar el debate público de lo que tendrían cada uno por separado.

Pero algo que no entiendo es cómo están reaccionando a los bruscos (y bienvenidos) giros de opinión de los republicanos en torno la reforma de inmigración, impulsados, no cabe duda, por la derrota en las elecciones presidenciales y el fracaso atrayendo al voto latino, cuya importancia es cada vez mayor.

Básicamente el argumento de estos blogueros es que el problema de los republicanos con los latinos va mucho más allá de la reforma de inmigración y está inextricablemente relacionado al núcleo ideológico y la filosofía económica del partido -que consiste en políticas que privilegian más una minúscula elite que a la clase media y a los pobres.

¿Cuál es el problema con esto?

En primer lugar, me parece una manera infantil de abordar el tema. Aprobar una reforma de inmigración ha sido durante mucho tiempo prácticamente imposible por los casi insuperables obstáculos políticos. Motivados por la derrota de las elecciones y las poderosas tendencias demográficas que amenazan con hacer irrelevante al partido, los republicanos están abriéndose a la reforma, con una rapidez que ha impactado a muchos, incluyendo a este servidor (que no se lo termina de creer). ¿Y cómo reaccionan blogueros como Matt Yglesias y Jonathan Chait? Pues enfatizando con frivolidad iconoclasta que la reforma no va a solucionar el problema de los republicanos con el voto latino y argumentado que el partido tiene que reformarse de raíz y prácticamente abandonar su ideología si quieren aspirar a seducir a este sector. Es decir, ¡tienen que transformarse en el partido demócrata!

Si queremos que los republicanos de verdad colaboren con una reforma, esta no es la mejor manera de darles el empujoncito final.

¿Que el objetivo prioritario debe ser que el GOP abandone completamente sus programas económicos?

Quizá. Pero esto no es una meta realista y no va a ocurrir, al menos no pronto. Y yo prefiero un partido republicano que apruebe una reforma de inmigración y no se transforme de raíz a un partido republicano que no haga ninguna de las dos.

Por otro lado, los republicanos sí tienen espacio para aumentar su porcentaje del voto hispano sin una radical (y sumamente improbable) transformación ideológica, como lo demostraron Bush y Karl Rove en 2000 y 2004.

Es cierto que tienen barreras que no son meramente coyunturales, no cabe duda. Pero los republicanos no tienen que ganar el voto latino para ganar elecciones, así como los demócratas no tienen que ganar el voto del hombre blanco. Simplemente tienen que ser más competitivos. No hay que olvidar que, si Romney lograba retener el porcentaje de apoyo hispano que obtuvo Bush en 2004 (40%), ha podido ganar las elecciones.

¿Cómo entra la reforma inmigratoria en todo esto?

Una encuesta reciente revela que 31 por ciento de los latinos estarían más abiertos a votar por los republicanos si el partido ayuda a aprobar una reforma de inmigración.

Chait e Yglesias dicen que es un error pensar que a los latinos lo único que les importa a la hora de determinar su voto es la inmigración, pero este punto es obvio y perogrullo.

Para mí lo digno de resaltar es que hay, en términos comparativos, un tema concreto con un enorme peso en esta comunidad que puede ayudar a los republicanos a ser más competitivos. Porque déjenme dejar esto claro. Si por encima de las ganancias con el voto latino que obtuvo en 2000 y 2004, Bush hijo hubiese logrado aprobar una reforma de inmigración en su primer período, es posible imaginar a los republicanos captando al menos el 45 por ciento del voto hispano en 2004 -un porcentaje seis puntos mayor al que captó Obama en 2012 con los hombres blancos.

México reacciona al voto en Colorado y Washington

Viernes, 9 de noviembre de 2012

Precisamente lo que decía hace dos días. America’s Quarterly (negritas mías):

The Mexican government signaled this week that its approach to fighting drug trafficking in the region could change after voters in the U.S. states of Colorado and Washington decided to legalize the recreational use of marijuana on Tuesday. A top aide for Mexican President-elect Enrique Peña Nieto, who will take office in December, said Thursday that the passage of the two controversial voter referendums in the U.S.-Amendment 64 in Colorado and Initiative 502 in Washington-were potentially “game-changing.” Peña Nieto advisor Luis Vidagaray said the president-elect does not think that drug legalization will solve cartel violence in the region, but that Mexico’s drug strategies would now have to be revisited. “Obviously we can’t handle a product that is illegal in Mexico, trying to stop its transfer to the United States, when in the United States, at least in part of the United States, it now has a different status,” Videgaray said.

Los republicanos y el voto hispano

Jueves, 8 de noviembre de 2012

Matt Yglesias dice algo sobre el voto hispano en una reciente columna que no me convence.

Para Yglesias el problema fundamental de los republicanos para captar el voto hispano no son sus radicales posturas inmigratorias, sino fundamentalmente su política económica, que favorece a un élite minúscula y no a la clase media:

Latinos aren’t into that agenda for roughly the same reason that Asians and African-Americans aren’t—absent the frisson of worry about the “white establishment” being forced into minority status—it’s just not very compelling. To do better, Republicans don’t need a different immigration policy or better Hispanic outreach strategy, they need an overall policy that’s more compelling to the middle class and will help them do better with voters of all kinds. In fact, endorsing immigration reform now might make things worse for them, by enlarging an electorate that’s fundamentally hostile to their worldview.

Bien, aquí lo clave es si los latinos son más aptos que otros grupos, en primer lugar, detectando que las políticas de los republicanos favorecen a un elite y perjudican a la clase media. Y, en segundo lugar, transformando este superior discernimiento de filosofías económicas en rechazo al GOP. Es decir, ¿somos los latinos más proclives que otros grupos a no tragarnos el cuento de las políticas “trickle down”?

Planteado de esta manera, la tesis de Yglesias suena mucho menos convincente. Creo que los latinos somos especiales, pero no tanto.

Uno esperaría, además, que durante las últimas dos décadas esta tesis encajara más con la Florida. O que durante los años de Bush hijo el rechazo a los republicanos hubiese aumentado. Más bien ocurrió lo contrario:

Yglesias comete un error muy típico. Proyectar su propias ideas y filosofía en una masa cuya capacidad de discernimiento y análisis es mucho menor a la de él.

No quiero decir que la filosofía económica como factor no cuenta. Pero estoy seguro que los republicanos, si dejan de ser tan directamente hostiles, tienen espacio para ganar mucho terreno entre los hispanos sin alterar un ápice su filosofía económica.

Podrían llegar incluso a convertir el voto latino en un terreno competitivo, como casi lo logra Karl Rove.

Más radical que Amsterdam

Miércoles, 7 de noviembre de 2012

Ayer los estados de Washington y Colorado no votaron a favor de descriminalizar la marihuana, como lo han hecho otras jurisdicciones. Votaron para legalizar la marihuana. Es decir, legalizar la producción, venta y posesión de marihuana para uso recreacional. Washington y Colorado son en este sentido más radicales que Holanda.

La marihuana sigue siendo ilegal a nivel federal, lo cual significa que, si un residente de estos estados decide comenzar a producir y vender marihuana, la DEA lo puede arrestar.

Pero esta votación a favor de la legalización es igualmente un hito y seguramente provocará choques entre ambos estados y la administración Obama. Está claro hacia donde están soplando los vientos.

Esto me recuerda un punto que a cada rato repite Jorge Castañeda.

México desató una guerra cruenta contra los carteles que ha dejado ya casi 100 mil víctimas. Estos carteles, en su mayor parte, trafican marihuana a EEUU.

Pero en EEUU cada vez más estados dan pasos hacia la permisividad legal de esta droga.

Repito, México declara una guerra contra los carteles con un altísimo costo en vidas para combatir el tráfico de marihuana, pero varios estados en Estados Unidos ¡están dando pasos hacia la descriminalización o la legalización!

Por supuesto, este debate es muy complejo y tiene muchas aristas.

Pero en la lucha antinarcóticos, como en otros asuntos, ayer se vieron en EEUU señales de desplazamientos tectónicos.

PD: Y todavía no hemos hablado del notable avance en los derechos de los homosexuales. Ayer brilló la democracia estadounidense.

Desplazamientos tectónicos

Miércoles, 7 de noviembre de 2012

Matt Yglesias suelta un dato impactante de las elecciones de ayer en EEUU:

Barack Obama seems to have gotten a slightly smaller share of the white vote than Michael Dukakis got in 1988. Certainly within the margin of error. But he did much better overall, not only because the white share of the overall population is shrinking but because the GOP has become less popular with non-whites over the past quarter century.

Romney, en otras palabras, capturó el voto de una población que se hace cada vez menos relevante, mientras que Obama hizo lo contrario: capturó el voto de sectores cada vez más relevantes demográficamente, incluyendo el voto joven, el hispano, así como el de otras minorías. (Y el femenino).

Los demócratas han conformado una variopinta y diversa coalición para ganar elecciones que, con el tiempo, va a ser cada vez más difícil de derrotar. Como se ha dicho ya muchas veces, o el partido republicano se reforma o está condenado a seguir perdiendo elecciones.

Y esta presión para reformarse, ¿a quién beneficia? A los hispanos, por supuesto. Cualquier proceso de reforma pasa por una profunda revisión de sus intransigentes posiciones inmigratorias.

Bajo esta perspectiva la ley de Arizona puede ser vista como uno de los últimos estertores de una visión retrógrada que está siendo arrasada por poderosas tendencias demográficas, de las cuales, por cierto, yo soy una pequeña parte.