El “Keikotón”

Martes, 3 de mayo de 2011

¿Qué tan sincero fue el mea culpa de Keiko Fujimori de hace unos días, en el que por primera vez admitió, “en contra de la opinión de sus asesores,” que durante el gobierno de su padre se cometieron delitos?

Antes de responder esta pregunta, escuche el “Keikotón”:

Mañana:

  • Por quién votaría en las elecciones en Perú.

¿Insoportable levedad?

Lunes, 2 de mayo de 2011

Naveen Selvadurai y Dennis Crowley

Hace uno o dos meses vi en CNN Restoring the American Dream, un documental de Fareed Zakaria.

En el documental Zakaria entrevista a Dennis Crowley and Naveen Selvadurai, los dos fundadores de Foursquare, un start-up tipo Facebook que nació hace dos años y ya está valorada en 250 mil millones de dólares.

Zakaria: Si el presidente de Estados Unidos o el secretario del tesoro los llama y le dice, necesitamos promover el espíritu empresarial en Estados Unidos, necesitamos mayor innovación, necesitamos esta tecnología particular, ¿qué debemos hacer para promover esto, este tipo de compañías?

Naveen Selvadurai: Creo que la respuesta se divide en dos partes. Una es educar a los jóvenes, sobre este tipo de camino profesional, que uno puede tratar de fundar una compañía. Y que si fracasas puedes simplemente comenzar otra vez. O si fracasas, el trabajo más estable está disponible para rescatarte y llevarte al lugar donde hubieses estado si no te hubieses dedicado a tu propio proyecto.

Zakaria: Esto a mí me parece crucial. En Estados Unidos el fracaso parece no tener un costo social real o un estigma. La gente no lo ve mal.

Selvadurai: Estoy totalmente de acuerdo. Yo creo que la noción del fracaso en Estados Unidos es diferente a la noción del fracaso en muchos otros países, incluso en Europa, por ejemplo. Hace poco viajé a Italia y mucha gente me preguntó cómo en Estados Unidos se fundan compañías con tanta facilidad.

Y en Japón, también, donde hay muchos ingenieros muy inteligentes y gente brillante trabajando en muchos proyectos interesantes. Pero ellos no tienen este deseo de irse por su cuenta y fundar un start-up porque hay este estigma de que si fracasas todo el mundo te va a ver mal o tu familia se va a avergonzar de ti, etc.

Zakaria: ¿Y qué pasas si fracasas aquí en Estados Unidos?

Crowley: Simplemente te levantas y lo intentas de nuevo, ¿no?

No puedo sino admirar la ligereza o levedad de esta respuesta, de esta actitud. Crowley lo hace sonar como si fundar una compañía, fracasar y volver a comenzar es tan inconsecuente, tan sin importancia, tan parte de la vida, como caerse de la bicicleta y luego levantarse y montarse otra vez.

En otros países la palabra “fracaso” tiene el peso o la carga existencial de palabras como “moral,” “traición,” “religión” o “muerte.” Pero en Silicon Valley pareciera pesar tan poco como “helado,” “sábado” o “cerezo.”

Próximamente:

  • Ensayo sobre las elecciones en Perú.

Los Humala

Jueves, 28 de abril de 2011

Isaac Humala

De las muchas cosas que me preocupan de Ollanta Humala, creo que vale la pena resaltar dos:

1) Su involucramiento en el levantamiento armado de Andahuaylas en 2005. Una cosa es rebelarse contra la dictadura de Fujimori, como lo hizo Humala en el 2000. Pero otra muy distinta es desconocer la legitimidad democrática de Alejandro Toledo. Humala ha hecho lo imposible por distanciarse de ese segundo golpe liderado por su hermano Antauro, diciendo que apenas supo que había muertos marcó distancia con la intentona golpista. Pero sus argumentos no son convincentes.

2) Su familia. Humala se ha alejado del racismo, la homofobia y el fundamentalismo de Antauro y su padre Isaac. Pero, de igual modo, este pequeño reportaje asusta:

Lo más surreal es el patriarca Isaac admitiendo que las promesas de fusilar a miembros del estamento político peruano eran una maniobra para atraer publicidad. Una estrategia de marketing político.

“No ves que no tenemos plata,” le dice a la periodista (9.50). “Para mí es muy interesante porque nos ha dado cabida, nos ha hecho famosos.”

Quién iba a saber que el viejo Humala tenía algunas cositas en común con el viejo Trump.

Salvando las distancias ideológicas, claro.

Los fantasmas del Perú

Martes, 26 de abril de 2011

Hay razones para ver con sumo escepticismo la manera como Humala y Keiko se han arrimado al centro para tratar de ganar la segunda vuelta el 5 de junio.

En ambos casos el oportunismo es obvio.

La pregunta clave es a quién es más fácil imaginarse gobernando desde el centro y en democracia.

¿Es posible, por ejemplo, que Humala haya decidido a favor del modelo de Lula, abandonando en el proceso buena parte de su plan de gobierno? ¿No sería racional escoger ese camino que es, a todas luces, mucho más exitoso que el chavista? ¿Ese camino que ha convertido a Lula en un líder querido y admirado no sólo en su país, sino en todo el mundo? Si los asesores brasileños lo han logrado moderar en la campaña, ¿no es esto un indicador de que lo mismo podría ocurrir en su gobierno? Más aún: ¿no es el impresionante éxito económico del Perú una potencial fuerza moderadora extremamente importante? ¿No es buena señal que haya incorporado a gente moderada en su proyecto (algunos técnicos de Toledo, por ejemplo), algo que no ha hecho Keiko Fujimori?

Uno quiere creer esto. Olvidarse del origen militar, del alocado entorno familiar, del infantil izquierdismo y anti-imperialismo, del antichilenismo, de ese velasquismo que, como dice el analista y ex ministro peruano Fernando Rospigliosi, se le nota cada vez que, sin querer, se sale del libreto que le diseñaron los asesores brasileños.

Pero no es fácil.

Luego está Keiko Fujimori.

¿Se puede creer, por ejemplo, en la disculpa de ayer por los excesos y delitos (por primera vez dijo “delitos”) del gobierno de su padre y su intento de desmarcarse de su autoritarismo (“me quedan las dudas si es que no se agotaron todas las formas democráticas para evitar [el autogolpe del 92]”)? ¿Es exagerado pensar que el gobierno de Keiko significa una vuelta al fujimorismo?

Cuando veo la extrema facilidad con que muchos se adhieren a Keiko, percibo dos cosas: ignorancia o falta de memoria sobre la desgracia que significó para el Perú el gobierno de Fujimori (que fue mucho más criminal y delictivo que la primera década de Hugo Chávez); e ignorancia sobre el entorno de Keiko y la manera como ella ve a su padre.

Keiko ha dicho reiteradamente que su padre lideró “el mejor gobierno que ha tenido el Perú.” Su hermano Kenji señaló tras su victoria al Congreso hace dos semanas: “Lo tomo como la reivindicación del gobierno de mi padre, como la reinvindicación de las obras y de los logros de Alberto Fujimori”.

Y luego está el entorno, salpicado de viejos rostros del fujimorismo como Carlos Raffo (ahora distanciado), Marta Hildebrandt (cuya vocación autoritaria no parece ser producto del oportunismo ni la vagabundería, sino de la genética), Luisa María Cuculiza, Luz Salgado, Luis Delgado Aparicio, Martha Chávez, un grupo de personajes repelentes que da miedo imaginar de nuevo en posiciones de poder.

Martha Chávez, famosa por pedir amnistía para La Colina y por decir que los asesinados de La Cantuta se “autosecuestraron,” fue una especie de Cilia Flores de Alberto Fujimori (pero peor).

Su última gracia fue amenazar, hace días, al presidente de Poder Judicial peruano, César San Martín, diciéndole que cuando gane Keiko rendirá cuentas por haber condenado a Alberto Fujimori a 25 años de cárcel.

Martha Chávez también aplaudió públicamente un ataque violento de fujimoristas al monumento “El ojo que llora,” una escultura que fue construida en memoria de las víctimas del terrorismo y que ella considera un insulto a Fujimori.

Y, como Cuculiza, se opone a la construcción del Lugar de la Memoria, un monumento también hecho para rememorar a las víctimas de la violencia política.

Ayer, diez días después de la amenaza a San Martín, Keiko por fin se pronunció claramente sobre estos temas:

“Si se han entendido las declaraciones de Martha Chávez como una amenaza,” dijo, “yo las desautorizo. Las rechazo.”

Casi al mismo tiempo otro fujimorista, Rolando Souza, declaraba sobre el Lugar de la Memoria: “Esperamos apoyar a un lugar que tenga una versión equilibrada de las cosas.”

“Si se han entendido.” “Versión equilibrada.”

Palabras que, viniendo del fujimorismo, uno no puede evitar leer con paranoia.

¿Qué ven que nosotros no?

Viernes, 22 de abril de 2011

Vargas Llosa y Fernando de Szyszlo

Mario Vargas Llosa y Julio Cotler ya se pronunciaron a favor de Ollanta Humala. Gustavo Gorriti, uno de lo mejores periodistas del Perú (y Latinoamérica), también lo hizo. Es probable que Fernando de Szyszlo y Javier Pérez de Cuellar pronto hagan lo mismo. ¿Por qué lo mejor que tiene el Perú se está inclinando por el ex militar nacionalista? ¿Qué ven estos ilustres que nosotros no?

A los venezolanos nos cuesta no ver el dilema peruano a través del prisma de Hugo Chávez. Y eso no está mal, porque la comparación aguza un poco nuestra imaginación, sin la cual es difícil hacer predicciones sobre el futuro.

El problema es que no estamos utilizando bien a Chávez.

Cuando vemos a Humala y sus esfuerzos por arrimarse hacia el centro, vemos a Chávez el 98 y pensamos que el ex golpista peruano, como el venezolano, puede estar engañando a los peruanos. Que, una vez en el poder, va a demoler las instituciones republicanas y hacer añicos la economía.

Pero hay otra manera de verlo.

Imaginemos que Chávez cae por un escándalo de corrupción. Imaginemos que lo enjuician y lo condenan a más de veinte años de prisión por corrupción y violaciones a los derechos humanos. Imaginemos que diez años después su hija se lanza a la presidencia. Imaginemos que en la campaña dice una y otra vez que el gobierno de Chávez “es el mejor que ha tenido Venezuela.” Imaginemos a la heredera de Chávez rodeada en su campaña de viejos rostros del chavismo como Rodríguez Chacín, Ramírez, quizá Tarek El Aissami o Tomás Vásquez -personas que sabemos que, si retornan al poder, son capaces de actuar como gángsteres, cleptómanos y criminales.

¿Preferiría usted a un candidato como Humala?

Imaginemos que nos jura que no va a indultar a Chávez, a pesar de que la única razón por la cual tiene oportunidad de volver al poder es por la nostalgia que mucha gente tiene por el chavismo; a pesar de que en sus mítines se oyen siempre gritos que dicen “¡Sí volveremos! ¡Sí volveremos!”; a pesar de que una victoria suya sería una reinvindicación del gobierno de su padre.

¿Usted le creería?