Domingo, 22 de enero de 2012
Hay una mezcla de conceptos en las discusiones sobre las estrategias electorales que nubla los méritos y debilidades de la posición de cada candidato.
Muchos están igualando cosas que deben estar separadas.
En primer lugar está la necesidad política de un discurso de reconciliación. Excepto Arria y Medina, todos los candidatos, incluyendo María Corina Machado, entienden esta necesidad.
Ya lo he dicho antes. El chavismo controla ahora las Fuerzas Armadas, la Asamblea Nacional, la Fiscalía, los tribunales, la mayoría de las policías, y otras instituciones de Estado. Para forzar a Chávez a aceptar una victoria opositora se necesita la ayuda y colaboración de mucha gente dentro de estas instituciones.
Un discurso como el de Arria -que desestima la necesidad de reconciliación y en el que muchos perciben elementos de retaliación- no es la mejor manera de buscar la colaboración de estos sectores sin los cuales la transición pacífica de poder podría fracasar. La falta de disposición o incapacidad para tender puentes podría marcar la diferencia entre una transición exitosa y un escenario violento o de perpetuación del chavismo en el poder.
En segundo lugar está la necesidad electoral de ganar el voto de los nini.
Y aquí hay otro debate donde en un extremo está Capriles y en el otro María Corina Machado. Este debate no tiene nada que ver con la orientación ideológica de los precandidatos.
La estrategia de Capriles para captar el voto nini es evitar en lo posible la confrontación ideológica y las críticas frontales al modelo autoritario e hiperestatista de Chávez, y enfocar el discurso en los problemas que afectan “directamente” a los venezolanos: educación, inflación, inseguridad, etc. Aunque confronta a Chávez a cada rato, lo hace en ciertos registros. Ibsen Martínez exagera un poco, pero no mucho cuando dice que “señala la piedra y no la mano que la arroja.” Yo diría más bien que propone erradicar o hacer más tolerables los síntomas sin hablar mucho de la enfermedad (el modelo) que los produce.
La estrategia de María Corina Machado es menos condescendiente. Su discurso no ignora problemas como la inseguridad, la educación, la inflación y la escasez (más bien habla sobre estos problemas con mayor conocimiento que los demás candidatos), pero sí los hace inseparables de los cimientos ideológicos de la revolución chavista. Más que los otros candidatos, María Corina enfatiza que las ideas muertas y el obsoleto modelo estatista y autoritario del presidente son inseparables de los problemas que afectan el día a día de los venezolanos. Su discurso enfatiza estos problemas, pero a diferencia de Capriles los amarra al modelo de Chávez y a un defensa incondicional de las ideas y valores liberales.
Y esto lo hace sin ser percibida como una radical. Nadie coloca a María Corina en la misma categoría de Diego Arria.
¿Cuál de estas dos estrategias es más efectiva?
Señalar la baja popularidad de MCM en las encuestas como una prueba de la inefectividad de su estrategia es arbitrario, porque es muy difícil aislar el factor o los factores que la están perjudicando. MCM no tiene partido ni dinero ni maquinaria ni plataforma y comenzó desde muy abajo en las encuestas (además es mujer). Así como su discurso podría estar afectándola, todas estos factores y otros (carisma, apariencia, etc) también podrían estar afectándola. Y es difícil asignar un peso específico, o incluso aproximado, a cada factor o combinación de factores. Nadie ha presentado pruebas convincentes que demuestren que MCM está abajo por su decisión de contrastar su proyecto desvergonzadamente democrático y liberal con el proyecto del gobierno.
Lo que sí sabemos con certeza son dos cosas.
1) Lo que dice MCM es la verdad: los problemas en Venezuela son inseparables del proyecto hiperestatista y autoritario del presidente. Y señalar el proyecto ideológico que produce los problemas no significa ignorar o no hablar de estos problemas. No está claro que introducir este elemento vinculante -entre los problemas y el modelo- sea un factor determinante, para bien o para mal, en la batalla por los indecisos.
2) Esta batalla de ideas y esta necesidad de contrastar proyectos quizá no parece muy importante en el corto plazo, pero tarde a temprano alguien va a tener que pelearla. Porque sólo ganándola se logrará debilitar estructuralmente al chavismo y vacunar al país contra rebrotes de izquierdismo autoritario.