La discusión equivocada

Miércoles, 5 de octubre de 2011

¿Cuál es la mejor estrategia de las elecciones presidenciales de 2012? ¿Confrontar a Chávez o flotar por encima de la confrontación política y hacer lo posible por no atizar el fuego de la polarización? ¿Delimitar claramente espacios entre ambos bandos o difuminar algunas de estas líneas divisorias para no alienar a los simpatizantes de Chávez y a los Nini?

Alrededor de estas preguntas se ha concentrado el debate sobre qué estrategia debe seguir la oposición y los candidatos opositores. (Vea dos ejemplos).

Creo que esta es la discusión equivocada.

En primer lugar en este debate se han inventado extremos que no existen.

El candidato al que se refiere Milagros Socorro, que no toca a Chávez “ni con el pétalo de una rosa,” o que alude “a la inseguridad ciudadana, al desabastecimiento, la inflación,etc…como si fueran floraciones espontáneas de la naturaleza” -ese candidato no existe.

Todos los candidatos atacan a Chávez (¿es pragmáticamente posible no hacerlo?). Incluso Henrique Capriles, el candidato comúnmente asociado con esta actitud que describe Socorro, arremete a cada rato contra el gobierno.

Ninguno de los otros candidatos, además, tienen un discurso demasiado radical. Todos hablan de inclusión, de unir al país, de un Estado donde quepamos todos y rechazan de antemano la posibilidad de venganza y retaliación en un futuro gobierno opositor. Nadie suena hoy como Marta Colomina o como Antonio Ledezma en sus tiempos del Comando Nacional de la Resistencia, o como sonaban muchos dirigentes antes y después del golpe de 2002.

Hay diferencias de énfasis, claro. María Corina Machado y Antonio Ledezma tienen un discurso más agresivo que el de Pablo Pérez, Eduardo Fernández y Capriles. Pero creo que se sobrestima el efecto que tienen en las encuestas estas diferencias de énfasis que, al menos a mí, no me parecen abismales. ¿Que Capriles está de primero porque su discurso confronta un poco menos a Chávez y porque la gente está obstinada del clima de polarización? Lo dudo.

Decir eso es como decir que Eduardo Fernández está de último porque no confronta a Chávez lo suficiente. Claramente, muchos otros factores están en juego. (Investigando en los archivos de los diarios me topé con más ataques de Capriles a Chávez que de Pablo Pérez a Chávez).

Todo esto importa porque creo que este debate está asfixiando otros debates importantes. Por ejemplo: la unidad y coherencia del mensaje opositor.

La MUD ha hecho avances importantes, que no me he cansado de subrayar, pero el mensaje está previsiblemente atomizado (previsible porque la MUD une a muchas fuerzas).

La oposición reacciona rápidamente y con organización, pero es necesario tener un mensaje más definido o menos fragmentado.

En medio de unas primarias diseñar el mensaje no es tarea fácil, pero al menos hay que comenzar a discutir cómo tratar de conciliar el sano debate de ideas entre los candidatos opositores y un mensaje unificado y simple que, desde ya, la MUD comience a martillarle en los oídos a los venezolanos.

¿Remajunche comprobado?

Martes, 4 de octubre de 2011

En su columna del sábado en El Nacional, mi admirada Milagros Socorro escribe:

Los precandidatos de la unidad democrática que, al corte de hoy, aparecen en el tope de los sondeos, han decidido no enfrentar al autócrata ni enrostrarle sus errores y delitos. Todos andan en el plan de no tocar a Chávez ni con el pétalo de una rosa, al tiempo que se dejan insultar mansamente por el gorila.

Y luego:

Los precandidatos aluden a la inseguridad ciudadana, al desabastecimiento, la inflación, la angustiosa pérdida de valor adquisitivo del bolívar, en fin, a la desesperanza que vivimos, como si fueran floraciones espontáneas de la naturaleza o un sino que Venezuela debe pagar por dictámenes del destino.

¿Por qué los candidatos opositores que lideran las encuestas -Capriles, Pérez, López- actúan así, de esta manera que tanto molesta a Milagros Socorro? Para cortejar -dicen los expertos- ese amplio sector de venezolanos que están obstinados de la polarización y la confrontación política. Atizar el clima de polarización es la receta perfecta para espantar, desmotivar o fatigar a ese sector de indecisos sin el cual es imposible ganar unas elecciones nacionales. Mejor estrategia es flotar por encima de todo esto y enfocar la campaña hacia el futuro.

Quien lleva la bandera de esta estrategia -dice el CW– es Henrique Capriles Radonski.

Pero ¿de verdad la lleva? ¿De verdad actúan los candidatos opositores como dice Socorro? ¿O quizá esa es la intención pero hasta ahora no lo logran?

Algunas muestras muy recientes de Capriles:

3 de octubre. “Gobierno se ocupa de vigilarnos, no de trabajar.”

3 de octubre. “Al Gobierno le desespera que hayan instituciones que estén trabajando en función de todos sin distinciones de color político…el modelo [de Chávez] ya se gastó…es un modelo fracasado.”

27 de septiembre: “Todo lo que ha pasado a manos del gobierno se deteriora.”

21 de septiembre. “Es la hora de cerrar el ciclo de este proyecto [de Chávez] y abrir otro.”

19 de septiembre. “Lo que ellos no hicieron en Miranda, ahora lo estamos haciendo nosotros, se les fue el tiempo en Miranda y se les va a acabar el tiempo en Venezuela.”

Si esto es evitar en lo posible el clima de confrontación, ¿cómo se hace lo contrario? ¿Hablando como Marta Colomina?

Hasta ella, por cierto, no parece insatisfecha con el discurso de Capriles.

Biblias contra cuchillos

Lunes, 3 de octubre de 2011

Pequeña muestra del libro de Patricia Clarembaux, A ese infierno no vuelvo. Un viaje a las entrañas de las cárceles venezolana (Punto Cero, 2009):

Cuando Juan Marcos -de 18 años de edad, blanco, baja estatura y delgadísimo- ingresó a Yare no conocía a nadie, pero en los tribunales uno de sus compañeros, veterano en el asunto, casi como un ángel, le sugirió que, por su bien, al llegar pidiera ser recluido en las letras de los evangélicos porque ellos lo protegerían. Así hizo….Sus primeros ocho meses en prisión transcurrieron en medio de la tensa tranquilidad de su celda. Dormía, comía, pasaba el tiempo, como cualquiera. Pero el agua corrió y corrió. Después de ese tiempo, ya confiado en que nada podría cambiar, un motín en Yare trajo novedades que, aunque no esperaba, logró superar.

Los cristianos protegían en sus celdas a un refugiado “emproblemado con media vida,” como ellos mismos dicen. Un grupo de presos quería la cabeza de este sujeto y fue a buscarla. Irrumpieron “a tiro limpio en la letra”, reventaron el candado, a golpes desalojaron a los evagélicos de sus espacios en busca del tipo: “¡Quítate pastor, quítate, que no es contigo la vaina!” Pero una pared humana se interpuso entre los bandidos y el hombre. En el forcejeo, la masa cedía por debilidad, pero se recuperaba y aumentaba la distancia entre ambos. Eran pistolas amenazantes y cuchillos recién amolados contra biblias. Y el mal venció. El muro humano cayó. Entre dos tomaron al hombre por ambos brazos. Otro más sacó el cuchillo de cocina y lo deslizó de una yugular a la otra. Una erupción de sangre les manchó la cara a los más cercanos. Habían ganado la batalla.

Nostalgia de un gran duelo

Jueves, 29 de septiembre de 2011

En un muy comentado reportaje de The New York Times, Nicholas Kulish escribe que las protestas y el descontento alrededor del mundo -de India a Grecia, de España a Israel, de Gran Bretaña a Estados Unidos- tienen un denominador común: “…cansancio, incluso desprecio, por los políticos tradicionales y el proceso político democrático que presiden.”

Kulish dice que la economía -el alto desempleo, la creciente desigualdad y las medidas de austeridad- ha sido un motor detrás de las protestas.

Pero incluso en India e Israel, donde hay alto crecimiento económico, los manifestantes dicen “que desconfían tanto de la clase política…que sienten que sólo un asalto al sistema puede resultar en un cambio real.”

Kulish dice que cada vez más ciudadanos de todas las edades, pero especialmente los jóvenes, están rechazando estructuras democráticas convencionales como partidos políticos y sindicatos.

Y este vacío ha sido llenado por Internet y las redes sociales. Twitter, Facebook, Paypal y otras redes sociales y herramientas de Internet son las nuevas estructuras a través de las cuales un creciente número de ciudadanos se organizan y manifiestan su descontento, a veces bypasseando las instituciones de la democracia representativa.

La antipolítica, pues, se ha globalizado y ha encontrado un espacio de operación: Internet.

El reportaje es estimulante y ambicioso; busca identificar y explicar un fenómeno internacional muy complejo.

Pero es tambien un ejemplo clásico de un autor acomodando la realidad para que encaje con su tesis, en este caso la globalización de la antipolítica y la frustración mundial por la falta de alternativas al sistema capitalista.

Un ejemplo:

Votantes frustrados no están pidiendo que un dictador tome el poder. Pero dicen que no saben qué dirección tomar….“Incluso cuando el capitalismo cayó en su peor crisis desde 1920 no había una visión alternativa,” dice el autor izquierdista británico, Owen Jones.

Otro:

La izquierda política, que podría haber sido el destino natural de estos movimientos que surgen alrededor del mundo, está comprometida, en la opinión de los activistas, por el neoliberalismo de centro de Bill Clinton y Tony Blair.

Con “activistas” o con “votantes frustrados” Kulish no se está refiriendo a un grupo de activistas específico, ni siquiera a un país específico. Los términos abarcan al movimiento mundial de protestas.

Leyendo estos dos párrafos -y hay más ejemplos de lo mismo- uno pensaría que el sentimiento que describe Kulish es generalizado. Que la mayoría de los manifestantes están frustrados porque la izquierda ha sido coaptada por el centro neoliberal de Clinton y Blair, y porque no hay en el mundo una verdadera alternativa al sistema capitalista.

Pero ¿dónde está la evidencia? ¿Dónde están las encuestas o sondeos de opinión que prueban esto? ¿Dónde están las pruebas de que los activistas citados representan el grueso de los manifestantes? ¿Cómo sabemos que las ocho o diez personas citadas en el reportaje son una muestra representativa? ¿O que el reportaje no es un ejercicio de cherry picking para fundamentar un análisis errado del autor?

En Chile, por ejemplo, hay claras manifestaciones de antipolítica entre los estudiantes. Pero las opiniones radicales de la bella Camila Vallejo no son compartidas por la mayoría de los manifestantes. De hecho, Vallejo es parte de una minoría radical en Chile.

Leyendo el reportaje Kulish, uno a veces siente que las democracias capitalistas de Occidente son como eran hasta hace poco las dictaduras Egipto, Libia y Túnez: ollas de presión que tarde o temprano van a estallar.

Y no estoy negando que no haya frustración antisistema en muchas de estas protestas. Lo que estoy diciendo es que Kulish no presenta evidencia convincente para demostrar la importancia que él le está asignando a la antipolítica en esta ola mundial de protestas.

Más que la realidad, el reportaje parece expresar la nostalgia del autor con un mundo donde había un claro contrincante al sistema capitalista; su frustración por la hegemonía del capitalismo.

En su reportaje los manifestantes del mundo se convierten en un espejo de esa frustración.

Efecto Alan

Miércoles, 28 de septiembre de 2011