“¡Péinese! (Anécdotas sobre CAP)

Miércoles, 5 de octubre de 2011

Autora: Mirtha Rivero

Personalmente, solo vi a Carlos Andrés Pérez dos veces en mi vida; la primera, a mediados de los años ochenta cuando era reportera del diario La Región, de Los Teques, y CAP llegó a la ciudad en medio de una gira por la candidatura presidencial de AD. Escasamente conversé quince minutos con él y, en vez de hablar de su postulación, le pregunté –coincidencia- sobre Nicaragua y la paz en Centroamérica. En la segunda oportunidad, veinte años después, para La Rebelión de los náufragos apenas intercambiamos saludos. Así que no tengo cuentos propios que contar; pero luego de treinta y seis meses de andar entrevistando a gente que sí lo conoció, tengo las anécdotas que me regalaron otros. Y precisamente en estos días, revivo cuatro; cuatro cuentos que se alejan del tono luctuoso que algunos aconsejarían en este momento, pero que dan una imagen menos “oficial” del personaje que durante dos períodos fue Presidente de Venezuela.

Rutina. Beatrice Rangel, viceministra y luego ministra de Secretaría de la Presidencia durante CAP II, recuerda que en aquella época, apenas abría los ojos en la mañana, sabía que, con seguridad, tres cosas iban a suceder ese día: “Cepillarme los dientes, ponerme bloqueador solar en la cara y recibir un regaño del Presidente Pérez… por lo que fuera.”

Melena. Con Carlos Andrés Pérez, las mujeres en Miraflores debían seguir un código –no escrito- de vestir: usar medias de nylon y olvidarse de pantalones y minifaldas. Gabriela Febres Cordero, de entrada, rompió la norma cuando se presentó en pantalones –y rojos- a su acto de juramentación como funcionaria. Pronto entendió las reglas y, para ir a Palacio, optó por usar vestidos tipo sastre, pero descuidó un detalle: su cabellera. “Yo tengo el pelo crespo, y en ese tiempo tenía una melena que no me secaba –me la dejaba al aire, suelta-, y al Presidente no le gustaba. Le molestaba que, para él, yo luciera desarreglada. Imagino que en su estética ese pelero a lo Janis Joplin era poco adecuado para una persona que era presidenta del ICE… y una vez, en plena reunión de gabinete, llamó a un edecán: Mayor Fulanito, por favor, tráigale un peine a la doctora Febres para que haga el favor y se peine”.

Parrilla. CAP tenía fama de tratar con extrema cortesía aun a sus colaboradores más cercanos (Ricardo Hausmann dice que nunca tenido una relación de trabajo tan formal como la que sostuvo con él). Buscando que Pérez tratara con más familiaridad y hasta tuteara a sus ministros –a quienes siempre saludaba como si fuera la primera vez que los veía: “mucho gusto”-, una ministro inventó hacer una parrillada en su casa. Para intimar. Llegó el día de la parrilla, el Jefe de Estado apareció y, estrechando manos, fue saludando a los miembros de su team, uno por uno: mucho gusto, mucho gusto, mucho gusto…

Betamax. Fernando Martínez Mottola no se olvida de una noche, después del golpe del 4 de febrero de 1992: “Nos enteramos de que José Vicente Rangel iba a entrevistar a uno de los militares presos en Yare. Fui a Televen, vi el programa grabado y me dieron un cassette con la entrevista. Al salir, ya de madrugada, fui a Miraflores para verlo con el Presidente. Estábamos Luis Piñerúa, Iván Darío Jiménez, Pérez y yo. Coloco el cassette de betamax al lado del aparato, y Pérez me dice: Hay que conectar esto. Me siento al lado de Piñerúa, y le digo: Yo no sé hacer eso. Me responde: ¡Caramba! si hubiera sabido que usted no sabe conectar un betamax no lo nombro ministro de Transporte y Comunicaciones ¡nunca!”

 

La discusión equivocada

Miércoles, 5 de octubre de 2011

¿Cuál es la mejor estrategia de las elecciones presidenciales de 2012? ¿Confrontar a Chávez o flotar por encima de la confrontación política y hacer lo posible por no atizar el fuego de la polarización? ¿Delimitar claramente espacios entre ambos bandos o difuminar algunas de estas líneas divisorias para no alienar a los simpatizantes de Chávez y a los Nini?

Alrededor de estas preguntas se ha concentrado el debate sobre qué estrategia debe seguir la oposición y los candidatos opositores. (Vea dos ejemplos).

Creo que esta es la discusión equivocada.

En primer lugar en este debate se han inventado extremos que no existen.

El candidato al que se refiere Milagros Socorro, que no toca a Chávez “ni con el pétalo de una rosa,” o que alude “a la inseguridad ciudadana, al desabastecimiento, la inflación,etc…como si fueran floraciones espontáneas de la naturaleza” -ese candidato no existe.

Todos los candidatos atacan a Chávez (¿es pragmáticamente posible no hacerlo?). Incluso Henrique Capriles, el candidato comúnmente asociado con esta actitud que describe Socorro, arremete a cada rato contra el gobierno.

Ninguno de los otros candidatos, además, tienen un discurso demasiado radical. Todos hablan de inclusión, de unir al país, de un Estado donde quepamos todos y rechazan de antemano la posibilidad de venganza y retaliación en un futuro gobierno opositor. Nadie suena hoy como Marta Colomina o como Antonio Ledezma en sus tiempos del Comando Nacional de la Resistencia, o como sonaban muchos dirigentes antes y después del golpe de 2002.

Hay diferencias de énfasis, claro. María Corina Machado y Antonio Ledezma tienen un discurso más agresivo que el de Pablo Pérez, Eduardo Fernández y Capriles. Pero creo que se sobrestima el efecto que tienen en las encuestas estas diferencias de énfasis que, al menos a mí, no me parecen abismales. ¿Que Capriles está de primero porque su discurso confronta un poco menos a Chávez y porque la gente está obstinada del clima de polarización? Lo dudo.

Decir eso es como decir que Eduardo Fernández está de último porque no confronta a Chávez lo suficiente. Claramente, muchos otros factores están en juego. (Investigando en los archivos de los diarios me topé con más ataques de Capriles a Chávez que de Pablo Pérez a Chávez).

Todo esto importa porque creo que este debate está asfixiando otros debates importantes. Por ejemplo: la unidad y coherencia del mensaje opositor.

La MUD ha hecho avances importantes, que no me he cansado de subrayar, pero el mensaje está previsiblemente atomizado (previsible porque la MUD une a muchas fuerzas).

La oposición reacciona rápidamente y con organización, pero es necesario tener un mensaje más definido o menos fragmentado.

En medio de unas primarias diseñar el mensaje no es tarea fácil, pero al menos hay que comenzar a discutir cómo tratar de conciliar el sano debate de ideas entre los candidatos opositores y un mensaje unificado y simple que, desde ya, la MUD comience a martillarle en los oídos a los venezolanos.

¿Remajunche comprobado?

Martes, 4 de octubre de 2011

En su columna del sábado en El Nacional, mi admirada Milagros Socorro escribe:

Los precandidatos de la unidad democrática que, al corte de hoy, aparecen en el tope de los sondeos, han decidido no enfrentar al autócrata ni enrostrarle sus errores y delitos. Todos andan en el plan de no tocar a Chávez ni con el pétalo de una rosa, al tiempo que se dejan insultar mansamente por el gorila.

Y luego:

Los precandidatos aluden a la inseguridad ciudadana, al desabastecimiento, la inflación, la angustiosa pérdida de valor adquisitivo del bolívar, en fin, a la desesperanza que vivimos, como si fueran floraciones espontáneas de la naturaleza o un sino que Venezuela debe pagar por dictámenes del destino.

¿Por qué los candidatos opositores que lideran las encuestas -Capriles, Pérez, López- actúan así, de esta manera que tanto molesta a Milagros Socorro? Para cortejar -dicen los expertos- ese amplio sector de venezolanos que están obstinados de la polarización y la confrontación política. Atizar el clima de polarización es la receta perfecta para espantar, desmotivar o fatigar a ese sector de indecisos sin el cual es imposible ganar unas elecciones nacionales. Mejor estrategia es flotar por encima de todo esto y enfocar la campaña hacia el futuro.

Quien lleva la bandera de esta estrategia -dice el CW– es Henrique Capriles Radonski.

Pero ¿de verdad la lleva? ¿De verdad actúan los candidatos opositores como dice Socorro? ¿O quizá esa es la intención pero hasta ahora no lo logran?

Algunas muestras muy recientes de Capriles:

3 de octubre. “Gobierno se ocupa de vigilarnos, no de trabajar.”

3 de octubre. “Al Gobierno le desespera que hayan instituciones que estén trabajando en función de todos sin distinciones de color político…el modelo [de Chávez] ya se gastó…es un modelo fracasado.”

27 de septiembre: “Todo lo que ha pasado a manos del gobierno se deteriora.”

21 de septiembre. “Es la hora de cerrar el ciclo de este proyecto [de Chávez] y abrir otro.”

19 de septiembre. “Lo que ellos no hicieron en Miranda, ahora lo estamos haciendo nosotros, se les fue el tiempo en Miranda y se les va a acabar el tiempo en Venezuela.”

Si esto es evitar en lo posible el clima de confrontación, ¿cómo se hace lo contrario? ¿Hablando como Marta Colomina?

Hasta ella, por cierto, no parece insatisfecha con el discurso de Capriles.

Biblias contra cuchillos

Lunes, 3 de octubre de 2011

Pequeña muestra del libro de Patricia Clarembaux, A ese infierno no vuelvo. Un viaje a las entrañas de las cárceles venezolana (Punto Cero, 2009):

Cuando Juan Marcos -de 18 años de edad, blanco, baja estatura y delgadísimo- ingresó a Yare no conocía a nadie, pero en los tribunales uno de sus compañeros, veterano en el asunto, casi como un ángel, le sugirió que, por su bien, al llegar pidiera ser recluido en las letras de los evangélicos porque ellos lo protegerían. Así hizo….Sus primeros ocho meses en prisión transcurrieron en medio de la tensa tranquilidad de su celda. Dormía, comía, pasaba el tiempo, como cualquiera. Pero el agua corrió y corrió. Después de ese tiempo, ya confiado en que nada podría cambiar, un motín en Yare trajo novedades que, aunque no esperaba, logró superar.

Los cristianos protegían en sus celdas a un refugiado “emproblemado con media vida,” como ellos mismos dicen. Un grupo de presos quería la cabeza de este sujeto y fue a buscarla. Irrumpieron “a tiro limpio en la letra”, reventaron el candado, a golpes desalojaron a los evagélicos de sus espacios en busca del tipo: “¡Quítate pastor, quítate, que no es contigo la vaina!” Pero una pared humana se interpuso entre los bandidos y el hombre. En el forcejeo, la masa cedía por debilidad, pero se recuperaba y aumentaba la distancia entre ambos. Eran pistolas amenazantes y cuchillos recién amolados contra biblias. Y el mal venció. El muro humano cayó. Entre dos tomaron al hombre por ambos brazos. Otro más sacó el cuchillo de cocina y lo deslizó de una yugular a la otra. Una erupción de sangre les manchó la cara a los más cercanos. Habían ganado la batalla.