Sobrevivir en Venezuela

Jueves, 10 de noviembre de 2011

Cisneros es el caso emblemático, pero como Cisneros hay muchos. Más aún: Venezuela está llena de Cisneros o personas que, para no perderlo todo, deciden ceder poco o mucho ante las presiones del gobierno. Quizá no vender el alma como algunos, pero sí flexibilizar sus posturas para sobrevivir. Con más o menos razón.

Banqueros, dueños de medios, empresarios, editores, funcionarios estatales, artistas -a cada rato surgen nuevos ejemplo de personas que ceden.

El dilema no es fácil. Los dueños de Unión Radio, por ejemplo, seguramente piensan que botando a Marta Colomina no están claudicando; todavía quedan voces opositoras en el circuito. Dirán además que en un año Chávez podría perder las elecciones o su salud podría deteriorarse, precipitando su salida del poder. No tiene sentido confrontar al gobierno a un año de las elecciones y arriesgar que a Unión Radio le pase lo mismo que a RCTV. Más aún, ¿no es lo correcto tragarse el orgullo y así no arriesgar tantos puestos de trabajo, además de una labor de construcción de varias generaciones? ¿Y no debe pensar lo mismo José Antonio Abreu o Dudamel cuando permiten que el gobierno los utilice para sus objetivos propagandísticos? ¿Para qué poner en riesgo el Sistema por no ceder un poco de vez en cuando?

Y así, con esta clase de argumentos, mucha gente justifica pequeños o grandes actos de claudicación. En estos argumentos hay algo de razón. Uno podrá decir que, si no es hoy, el fin de todos modos les va a llegar a estas empresas o medios o bancos. Que en vez de retrasar el fin lo más posible todos los que son presionados deben ser corajudos, conformar un frente común y enfrentar la aplanadora del gobierno. Pero al mismo tiempo uno debe aceptar que los que ceden ante la presión no están actuando de manera irracional. Y que mucha gente decente haría lo mismo.

En las sociedades gobernadas por regímenes autoritarios siempre hay elementos de tragedia griega.

¿Voto perdido?

Martes, 8 de noviembre de 2011

Leopoldo López ha subido en las encuestas y en algunas aparece por encima de Pablo Pérez (aunque aproximadamente 15 puntos por debajo de Capriles).

Esta subida sorprende porque mucha gente piensa que votar por Leopoldo López significa perder el voto ya que “al final el gobierno lo va a sacar del juego.”

Pero ¿es este argumento válido?

Que a Leopoldo López lo pueden cerrar el paso de manera ilegal es ciertamente una posibilidad. Pero el gobierno lo haría probablemente después de un eventual triunfo de López en las primarias. Si López sobrepasa a Capriles en los próximos dos meses y le saca un cómoda ventaja (algo poco probable), el gobierno quizá lo sacaría de juego antes de las primarias -y no podría ser mucho antes.

En ambos casos descalificarlo sería políticamente costoso, mucho más que haberle trancado totalmente el juego después de la decisión de la CIDH.

¿Cómo quedaría Chávez, si una semanas antes de las primarias, decide descalificar al candidato que, remontando una ventaja de 15 o 20 puntos en las encuestas, se colocó en el primer lugar o al menos empató con el candidato que lo aventajaba? ¿No sería una confesión demasiado obvia de su miedo a López?

¿Y qué pasaría si lo hace después de un triunfo de López en las primarias? ¿No sería ésto motivo de un escándalo internacional? ¿Asumiría Chávez el alto costo político de esta medida? ¿No es un Chávez que descalifica a su joven y carismático adversario un Chávez electoralmente más débil?

Y si Chávez se atreve a descalificar a López después de un triunfo el 12 de febrero, ¿no podría el abanderado de la oposición (el segundo lugar en las primarias) hacer campaña con López nombrándolo su candidato a vicepresidente? ¿No es este escenario positivo?

El padre Moreno

Lunes, 7 de noviembre de 2011

El padre Alejandro Moreno es un hombre de 77 años, con una barba blanca de viejo sabio. La oficina-biblioteca donde me recibe queda en el Centro Juvenil Don Bosco en la Rómulo Gallegos y está atiborrada de documentos y libros, con amplias secciones de filosofía, derecho y ficción.

Ya en el teléfono me había dado cuenta que no es muy cortés; no dice adiós sino tranca y cuando atiende siempre lo hace como si lo estuvieran interrumpiendo en una labor importante. Pero el padre Moreno es una de las personas que más sabe sobre la vida en los barrios y la violencia en Venezuela. No sólo ha escrito sistemáticamente sobre estos temas durante buena parte de su vida, sino que lo hace, además, desde una perspectiva privilegiada. Desde hace 32 años el padre Moreno vive en el barrio San Isidro en Petare.

Algunas de sus observaciones:

“Los malandros buscan respeto, prestigio, en su propio entorno social. Buscan que los demás los estimen y piensan que eso lo logran a través del sometimiento de los demás. Para muchos niños el malandro es el modelo de éxito en los barrios.”

“Casi siempre hay un malandro mayor en el barrio. Es el malandro que ha adquirido el predominio, el que tiene control sobre el grupo más agresivo del barrio. Él impone normas, impone orden. Él se asegura que nadie asalte a la misma gente del barrio, por ejemplo.”

“Yo me siento segurísimo en San Isidro. Ahí la gente está segura, excepto en los momentos cuando se enfrentan dos grupos. O si los malandros piensan que uno está delatándolos. Los malandros no pueden hacer daño en su comunidad porque, de lo contrario, pierden el lugar donde refugiarse y vivir. Necesitan el apoyo de la comunidad.”

“El porcentaje de malandros en los barrios es muy bajo. La mayoría es gente decente, que tiene familia y trabaja para mantenerla. El problema es que el malandro tiene un poder destructor muy grande.”

“Muchas veces, cuando matan a alguien, algún miembro joven de la familia de la víctima se venga. Pasa en la mitad de los casos. Y, una vez que mata, esta persona se daña. En este sentido la violencia es un círculo vicioso. Si hubiese alguna garantía de que a través del Estado se pudiese hacer justicia, esto no pasaría. Pero el Estado no hace nada y por eso se llega a estos extremos. Cuando alguien mata, se esconde por un tiempo y ya.”

“El agua nos llega por tubería, pero una vez cada veinte días o cada ocho o cada treinta. Es irregular. Llega el agua y la gente la almacena, en pipotes, depósitos, etc. Si se acaba a veces se consigue que venga una camión, una cisterna y se compra. Otras veces hay que comprar agua en botellones. Y otras veces hay que presionar mediante protestas, cerrar carreteras. Esto es el pan de cada día, estas protestas….¿La basura? Bueno, ésta debería recogerse todos los días, pero a veces pasan una semana sin venir los camiones. Y entonces los perros rompen las bolsas, comienzan los olores, etc.”

“Los consejos comunales del barrio trabajan para ellos, no para la comunidad. En San Isidro hay como siete consejos. No sabemos que hacen. Sabemos que reciben dinero pero no se ve ninguna labor.”

“En San Isidro fracasó el Barrio Adentro. Nosotros siempre tuvimos un dispensario. Pusieron el Barrio Adentro en vez del dispensario y fracasó. Ahora restablecieron el dispensario. Pero en esa operación de cambiar el uno por el otro se perdieron dos años.”

“No hay mucha discusión política en los barrios. Públicamente no hay mucha discusión. No es que la mayoría no esté interesada en la política, pero no se manifiesta públicamente.”

“Los pobres ya han hecho todo lo que pueden hacer para mejorar sus vidas en el barrio. Invierte lo poco que tiene en mejorar su casa, etc. Pero hay cosas que ellos no pueden hacer. Ellos no pueden romper la calle si se daña una tubería. No tienen camiones de basura. Lo que ellos pueden hacer para mejorar su vida, ya lo han hecho. Créame.”

El otro Zapata

Miércoles, 2 de noviembre de 2011

El periodista Juan Carlos Zapata, famoso por su biografía de Tinoco y por Descifrado, ya escribió un libro de varios tomos sobre la boliburguesía venezolana (él inventó el término “boliburgués”). Como todavía no ha sido publicado, me reuní con él para hablar sobre este tema. Me echó muchos cuentos buenos, incluyendo historias detalladas y bastante creíbles sobre las caídas en desgracia de varios boliburgueses.

Pero lo que más me llamó la atención fue una reflexión que hizo sobre las contradicciones internas de los boliburgueses, muchos de los cuales conoce (o ha conocido) muy bien. Reconstruyo lo que me dijo:

La cosa con los boliburgueses es muy compleja. Muchos han creído de verdad en el proyecto de Chávez, compartiendo su visión socialista y apoyándolo. Muchos se han visto a ellos mismos como las personas que están desplazando y acabando con una elite empresarial corrupta que ha mandando en el país durante décadas. Y algunos mutan, se transforman, con el objetivo de moldear lo que son para encajar con el proyecto del gobierno. Es impresionante. Se convierten en otras personas. De verdad mutan. Pero con Chávez es diferente a como era antes, cuando uno podía hacer negocios con un gobierno adeco, acumular millones y luego retirarse del escenario. Algunos boliburgueses sienten que no tienen esa libertad porque, si lo hacen, les cae la fiscalía y la contraloría encima. En ese sentido se sienten atrapados…..Al mismo tiempo, el poder les gusta. Se han acostumbrado a ciertos beneficios. Se les hace difícil imaginar su vida sin ese acceso que tienen ahora al poder y a hacer negocios con el gobierno. Y saben que sin Chávez no van a tener lo que tienen ahora. Y que con un gobierno de oposición podría irles mal. Es muy complejo. Uno nota en ellos impulsos y fuerzas contradictorias. Con decirte que uno de ellos, muy exitoso como boliburgués, me dijo una vez con mucho orgullo que Chávez lo había mencionado en televisión. ¡Mencionado!

Es una reflexión enrevesada, pero uno entiende lo que quiere decir. Uno a veces quiere colocar a los hombres en cajitas: cínico o fanático; gángster o pragmático; interesado o creyente. Pero a veces todas estas cosas coexisten en una sola persona.