Confrontar o no a Chávez

Viernes, 29 de enero de 2010

chavez 3Entre los comentadores, intelectuales, académicos y especialistas en América Latina, existe una suerte de consenso en torno a la manera como otros países deben lidiar con Hugo Chávez.

El argumento va más o menos así: se deben evitar los confrontamientos retóricos con Venezuela, porque esto, al final, fortalece a Chávez. ¿Cómo? En primer lugar, le permite utilizar la estrategia del agresor externo y así aglutinar a su base bajo la causa común de la amenaza a la patria. En segundo lugar, le permite utilizar estas supuestas agresiones para desviar la atención de los problemas internos. Y, en tercer lugar, le permite acaparar titulares de prensa internacionales y -en el caso de Estados Unidos- explotar el antiamericanismo para proyectarse como un símbolo mundial de la resistencia al imperio.

Mi opinión es que, aunque este argumento tiene mucho de cierto, hace falta añadir algunos matices.

Primer punto. La tésis de la no confrontacion asume que no hay terminos medios: o se confronta a Chávez o no se confronta. Es decir, ignora de antemano las posibles desventajas de no confrontar a Chávez en ciertas momentos u ocasiones, o las ventajas de confrontarlo cuando las circunstancias son ideales para hacerlo.

Segundo punto. Desestima las diferencias entre los mensajeros. Por ejemplo, no cabe duda de que una critica de Lula, Bachelet, o incluso Obama, sería mucho menos útil a Chávez (para propósitos internos) que una crítica de George W. Bush.

Dos ejemplos.

El foro de Unasur a finales de agosto de 2009. En esa reunión se debían abordar dos asuntos importantes. El acuerdo militar entre Estados Unidos y Colombia que otorga acceso a militares norteamericanos a siete bases colombianas; y la incautación a guerrilleros de las FARC de lanzacohetes venezolanos. En mi opinión la denuncia de los lancohetes era más grave que el acuerdo, pues reforzaba la evidencia ya copiosa que Venezuela brinda apoyo a un grupo guerrillero que busca derrocar a un gobierno democrático y es conocido por reclutar niños, participar en el tráfico ilícito de drogas, y secuestrar y asesinar a ciudadanos inocentes.

Pero por una mezcla de razones, entre las cuales está la renuencia a confrontar a Chávez, ningún pais (excepto Colombia) le exigió explicaciones a Venezuela. ¿El resultado? Pues que esta gravísima denuncia fue desplazada a los márgenes, algo que no hubiese ocurrido si varios paises hubiesen confrontado al presidente venezolano.

Otro ejemplo. La reciente suspensión por parte del gobierno de la señal por cable del canal RCTV. Además de los estudiantes venezolanos, Colombia, Panamá, Perú, Estados Unidos y Francia han criticado valientemente la medida. A estos países se han sumado la Relatoría de la ONU sobre el Derecho a la Libertad de Opinión y Expresión, y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Pero países importantes como Chile, Brasil y México no han tomado posición. ¿Por qué no? En el caso de Brasil, sabemos que Lula tiene una pequeña debilidad por el caudillo venezolano. Pero ¿por qué callan México y Chile? Quizá, en parte, porque se han habituado a la idea de que confrontar a Chávez es siempre contraproducente.

El problema es que, en este caso, Chávez gana más y pierde menos con el silencio de estos países.

Esto no quiere decir que, en la mayoría de los casos, lo mejor es confrontar a Chávez. En la cumbre de Copenhagen, por ejemplo, Obama hizo bien ignorando los ataques de los países del ALBA. De haber Estados Unidos respondido, Chávez hubiese logrado con la confrontación acaparar titulares y proyectarse como un líder mundial antiimperialista.

Pero en otros casos el silencio ha sido claramente contraproducente.

Más sobre este tema:

email

Share