Miércoles, 3 de febrero de 2010
Después de varias pifias en el manejo de esta crisis de Honduras, Estados Unidos ha asumido una posicion bastante razonable. Aceptar al gobierno del presidente Lobo por falta de mejor opción, pero a la vez presionar a Lobo para que se cumplan los otros puntos del acuerdo Tegucigalpa-San José, incluyendo la instalación de una Comision de la Verdad para investigar el golpe de Estado.
No tan razonable es la posición de otros países, entre ellos Brasil, México y Chile, que todavía no han reconocido al gobierno de Lobo.
A mi modo de ver, ya no hay nada que debatir sobre el curso que deben seguir estos países. Negándose a reconocer al nuevo gobierno, Brasil, Chile y México no van a lograr revertir la situación actual. A estas alturas es imposible imaginar un regreso al poder de Manuel Zelaya, que implicaría una renuncia de Lobo, la anulación de las elecciones de noviembre y la convocataria de otros comicios, ahora bajo el mando de Zelaya. Es decir, negándose a reconocer a Lobo, Brasil, Chile y México no logran absolutamente nada.
Por el otro lado, estos países, y sobre todo Brasil, podrían condicionar el reconocimiento del gobierno de Lobo a la instalación de una Comisión de la Verdad genuinamente independiente que investigue los sucesos antes, durante y después del golpe (y no se debe olvidar el “despues” a la luz del reciente informe de la CIDH sobre los abusos cometidos por el gobierno de Micheletti). Tomando ese camino, Brasil podría poner todo su peso en asegurar que la comisión sea conformada por ciudadanos objetivos y de impecable reputación.
La opción, pues, es entre contribuir a mejorar lo que se tiene o simplemente no contribuir.
Otro texto del autor:
- Lea la última Tribuna, Socialismo del siglo XXI.
Share