Viernes, 25 de junio de 2010
Releyendo La Fiesta del Chivo, la obra maestra de Vargas Llosa sobre la brutal dictadura de Trujillo en República Dominicana, me topé con este párrafo:
Trujillo siempre sintió simpatía por Modesto, que, además de inteligente, era ponderado, justo, afable, sin dobleces. Sin embargo, su inteligencia no era controlable y aprovechable, como la de Cerebrito, el Constitucionalista Beodo y Balaguer. En la de Modesto había un filo indómito y una independencia que podían volverse sediciosos si adquiría demasiado poder.
El párrafo se puede adaptar a la Venezuela de Chávez. Modesto sería alguien como Henri Falcón. Y los roles de Cerebrito y Balaguer podrían asumirlos un Carlos Escarrá o un Calixto Ortega, cuya inteligencia carece totalmente de elementos sediciosos.
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