Torcidos estándares

Lunes, 21 de septiembre de 2009

nolia1Hace poco escribí lo siguiente en Bizarra normalidad:

El gobierno se las ha ingeniado para alterar los códigos que regulan el debate nacional, arrimando al país hacia una suerte de anomia moral. Estándares que regulan la discusión pública han sido rebajados o eliminados. Arbitrariedades que antes eran motivo de escándalo ahora son vistas como normales y parte del juego político. Crímenes y delitos oficiales que en otros países serían hitos históricos se escurren de los medios como noticias efímeras. Reglas y criterios objetivos que permiten evaluar y juzgar comportamientos han sido sustituidos por un vacío donde el poder y la fuerza se imponen sobre la razón. Ya no importa qué está bien y mal, ni porqué algo está bien o mal, sino quién determina qué está bien y mal.

En Colombia hace poco estalló un escándalo por nuevas acusaciones de que el DAS (el organismo de inteligencia colombiano) ha intercepetado ilegalmente llamadas telefónicas de magistrados, periodistas y políticos opositores del presidente Álvaro Uribe. En el pasado ya han habido acusaciones de este este tipo contra el DAS, que le han costado el puesto a cuatro directores del organismo. Pero estos escándalos no han disminuido el impacto que han causado en Colombia las más recientes acusaciones, revitalizando el debate sobre la falta de fiscalización del DAS y forzando a Uribe a asomar la idea de desmantelar el organismo.

En Venezuela, en cambio, la situación es muy distinta. El gobierno no sólo graba rutinaria e ilegalmente a sus opositores, sino también transmite estas grabaciones en los medios estatales y las divulga en páginas de Internet oficiales. ¿Con qué motivo? En el mejor de los casos para “probar” una desalada teoría de conspiración. En el peor para mofarse  de la manera de hablar o la intimidad familiar de sus víctimas.*

¿Por qué ya ningún periódico siquiera publica una breve reseña de estas flagrantes violaciones a la ley? Porque estos abusos son tan comunes que se han vuelto bizarramente “normales.”

*Gracias al cineasta Eduardo “El Elvis” Chibás por su asistencia técnica.

 

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