Miércoles, 11 de noviembre de 2009
Cabe poca duda de que Hugo Chávez está tocando los tambores de guerra con Colombia con el propósito de desviar la atención de los graves problemas que padece su país, incluyendo la inseguridad, la alta inflación, la escasez de agua y los racionamientos de electricidad. Considerando la incontinencia verbal del comandante, y su ya conocida estrategia de utilizar palabras incendiarias para levantar cortinas de humo, su llamado a los venezolanos a “prepararse” para una guerra con Colombia no debe ser tomado con demasiada seriedad. No es lo mismo escuchar a Álvaro Uribe, Lula o Obama asomando la posibilidad de guerra que escuchar al venezolano hacer lo mismo. Las palabras de Chávez muchas veces son huecas y carecen de convicción.
Sin embargo, el elevado tono de la retórica y el movimiento de soldados venezolanos a la frontera entre Colombia y Venezuela no se deben tomar a la ligera. Porque, así como Chávez es irresponsable e intempestivo en su discurso, también lo puede ser dando órdenes. Cualquiera que haya leído las varias biografías disponibles de Chávez conoce su proclividad a tomar riesgos, su caracter errático y la facilidad con que se inclina a favor de la violencia.
Declararle una guerra a Colombia sería suicida y Chávez sabe eso muy bien. Pero los que no ven riesgo alguno en el comportamiento belicoso del presidente parecieran asumir que no existen términos medios entre la paz y la guerra. Un incidente sangriento en la frontera entre soldados colombianos y venezolanos ya no es muy difícil de imaginar.
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