Sobre Müller Rojas

Lunes, 16 de agosto de 2010

Semana de duelo en la filas del chavismo. Primero Tascón, ahora el general Alberto Müller Rojas, curiosa coincidencia porque ambos hacían algo que ya no hace ningún revolucionario: de tanto en tanto criticaban al gobierno.

Tres cosas me vienen a la mente cuando pienso en Müller Rojas:

1) En 1998, cuando era jefe de la campaña electoral de Hugo Chávez, el fallecido general admitió publicamente haber recibido donaciones del BBVA, asegurando que el ahora presidente de Venezuela conocía la existencia de las negociaciones y de las aportaciones de ese grupo financiero español. Este tipo de aporte no son, ni eran en aquel momento, permitidos por la ley venezolana.

2) En abril de 2007 Chávez dijo que “la llamada institucionalidad de la Fuerza Armada fue una manera de enmascararse y asumir una posición contraria al gobierno, a la revolución y al mandato del pueblo.” Añadió que el sector castrense jamás ha sido “apolítico, inoloro, incoloro e insípido” a la vez que reiteró que los oficiales están obligados “por la historia y por las circunstancias a declararse cada día, con más fuerza y con más radicalidad, a ser anti-imperialistas, revolucionarios, bolivarianos y socialistas.”

Cuatros meses después, en julio, Chávez amonestó públicamente a Müller Rojas por admitir en un programa de TV que la Fuerza Armada estaba partidizada.

3) En Hugo Chávez sin uniforme, Barrera y Marcano, tratando de adentrarse en la personalidad de Chávez, citan a Müller Rojas: “La gente tiene que por lo menos fingirle [a Chávez] absoluta sumisión, lo que demuestra una completa falta de confianza en sí mismo. Para mí es uno de sus rasgos más negativos: él no tiene confianza en sí mismo, porque el que tiene confianza en sí mismo, tiene confianza en los demás y en la capacidad que tiene de hacer que los demás acepten el liderazgo y sigan la línea que uno propone.”

Sobre el hombre que pronunció estas palabras, Chávez escribió ayer: “Vaya que de noticias en estos días. Ha muerto ahora mi general Müller. Pues que toquen la Diana Carabobo mil cornetas y que redoblen mil tambores…Lo quise de verdad como se quiere a un padre y lo llevaré para siempre en mi corazón.”

Es verdad: sólo un padre puede soltar esa observación casi íntima sobre la inseguridad del Comandante.

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