Miércoles, 9 de diciembre de 2009
Hace aproximadamente una semana Lula dijo en la Cumbre Iberoamericana que no iba a reconocer al nuevo gobierno de Honduras. Unos días después la jefa de gabinete del gobierno brasileño (y delfín de Lula), Dilma Rouseff, declaró a la BBC que Brasil “consideraría” los comicios: “En Honduras no estábamos discutiendo las elecciones, estábamos discutiendo el golpe de Estado. Hay una diferencia muy grande entre una cosa y otra…pienso que ese nuevo proceso (electoral) va a tener que ser considerado. Hubo una elección.”
Frente a estas señales contradictorias, el portavoz de la presidencia, Marcelo Baumbach, se vio obligado ayer a aclarar la posición del gobierno brasileño (cursivas mías): “Una cosa es lidiar con el hecho de que hubo elecciones y otra es reconocer la legitimidad de las elecciones,” dijo Baumbach. “Y por ahora, Brasil no reconoce la legitimidad.” Luego añadió: “La posición del presidente es clara. Brasil no reconocerá a un gobierno elegido en un proceso organizado por un gobierno ilegítimo.”
No sé si soy yo, pero la declaraciones de Baumbach me dejaron tan confundido como la contradicción entre el mensaje de Lula y Dilma. ¿Qué significa ese “por ahora”? ¿No refuerzan esas dos palabritas las declaraciones de Rouseff de que el proceso electoral iba a ser “considerado” porque “hubo una elección” con la que se tiene que “lidiar”? ¿Cuál es la diferencia entre lidiar con las elecciones y reconocer su legitimidad? ¿Aceptar que, aunque hubo un golpe y el desenlace de la crisis no fue ideal, no existe ahora una mejor alternativa que aceptar al nuevo gobierno?
Si es así, no veo una diferencia mayor entre la posición de Brasil y la de Canadá, Colombia, Costa Rica, Perú, Panamá y Estados Unidos. Afortunadamente, el tiempo despejará esta confusión mejor que Baumbach.
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