Jueves, 13 de marzo de 2014
Independientemente de nuestra posición en el debate interno de la oposición, todos debemos aceptar que el liderazgo de la MUD, unánimemente, ha adoptado una filosofía radicalmente pacifista. El denominador común de sus distintas posturas, y el elemento más radical de todas ellas, ha sido un empecinado pacifismo que ha sobrevivido un clima de brutal represión y creciente autoritarismo que en otros países hubiese provocado una guerra civil o al menos el surgimiento de poderosas facciones violentas o extremistas dentro del bando rebelde.
Todos los líderes opositores importantes han enfatizado el carácter pacífico de las manifestaciones. Todos han hecho llamados explícitos y reiterados a no caer en la violencia. Ha habido excesos por parte de adversarios del gobierno, pero estos no han sido promovidos ni defendidos por nadie en la unidad.
Hasta las propuestas de los llamados “radicales” es intransigentemente pacifista, porque las “salidas” que asoman -Asamblea Constituyente, enmienda, referendo, etc- son constitucionales, como lo ha subrayado Capriles. Lo que en otros países se aplaude como “resistencia civil” en Venezuela es visto por muchos articulistas -¡de oposición!- como intolerablemente “extremista.” No veo que hay de extremista en promover la protesta pacífica y buscar a través de ellas salidas constitucionales; menos en un país donde el gobierno ha secuestrado todas las instituciones y hay cada vez menos espacios de acción democrática.
Pero ¿cuán extremistas son las propuestas de los radicales “dentro” de la oposición?
No mucho. Salir a la calle a protestar pacíficamente pasó de ser una causa de división a un gran punto de encuentro entre todas las facciones. De ver con escepticismo y hostilidad las protestas, Capriles y buena parte de la MUD se transformaron, en un plazo de días, en sus principales promotores.
Las diferencias entonces se redujeron a cuándo se debe buscar la salida constitucional. Capriles piensa que la municipales probaron que la oposición perdió la mayoría y que él hoy no ganaría una elección frente al chavismo; se debe entonces reconstruir esa mayoría para luego “reconquistar los poderes públicos” y “activar el referendo, la Asamblea Constituyente, la enmienda constitucional, la reforma constitucional o solicitar la renuncia.” El bando de López, que le critica a Capriles haber abandonado la calle después del fraude del 14A y que ve en el creciente autoritarismo del gobierno un acelerado cierre de las posibilidades de disputarle el poder pacíficamente, piensa que la oposición debe tratar de impulsar exactamente lo mismo -pero lo antes posible.
En medio de una crisis como la que atraviesa el país, sin una salida fácil, estas diferencias son naturales. Extraño sería que no las hubieran.
Pero la sorpresa es que las distintas posturas no han impedido el forjamiento de un nuevo consenso en la práctica. Porque las facciones “radicales” y “moderadas” de la MUD están saliendo a manifestar pacíficamente todos los días. Y las protestas se han convertido en una herramienta importante de resistencia democrática.
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