La apuesta de Santos

Jueves, 18 de noviembre de 2010

Supongamos que surja entre Colombia y Venezuela un asunto como el de Makled, con la diferencia de que Santos, por razones de política interna colombiana, no pueda ceder esta vez ante Chávez.

O supongamos que EEUU, con el nuevo Congreso, por fin apruebe el TLC con Colombia y Chávez reaccione como reaccionó en 2006, cuando se retiró de la CAN con el pretexto de los TLC de Perú y Colombia con el imperio. ¿Es acaso imposible imaginar a Chávez utilizar ese pretexto para no terminar de levantar las restricciones administrativas que tanto han afectado el comercio bilateral? ¿O para no cancelar las deudas que todavía le quedan por pagar a los exportadores colombianos?

O supongamos que Chávez vuelva a hacer un llamado desde la Asamblea Nacional venezolana para que se reconozca a las FARC como fuerzas beligerantes. ¿Guardará silencio Santos para no poner en riesgo las relaciones comerciales? ¿O reaccionará con una declaración contundente, provocando una ola de insultos por parte de Chávez y un nuevo congelamiento de las relaciones?

O supongamos que el gobierno venezolano expulse del país a cientos de mineros colombianos u ordene volar unos puentes en la frontera, como hizo a finales de 2009 en un claro gesto de retaliación por el asunto de las bases. ¿Va a otorgarle Santos a Chávez un poder de veto sobre los acuerdos militares que firma Colombia con otros países?

La apuesta del gobierno colombiano es que nada de esto va a ocurrir. Santos piensa que, con una diplomacia inteligente (y una buena dosis de appeasement), Chávez puede ser controlado. Este razonamiento justifica la extradición de Makled a Venezuela.

¿Irá a ganar esta riesgosa apuesta?

Lo bueno es que aquí no hay puntos medios. Santos va a ganar o perder la apuesta.

Y todo el mundo se va a enterar.

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