Miércoles, 10 de octubre de 2012
Javier Corrales publicó un artículo en Foreign Affairs examinando la peculiar dinámica entre el gobierno y el sector privado en Venezuela (énfasis mío):
To survive, private firms have had to become import retailers rather than local producers. Thus, imports have increased and private-sector exports have virtually collapsed, down in 2010 by 55 percent since 1998. And finally, firms can’t access dollars on their own because they are not exporting; the only way for them to get cash is to go knocking on the government’s door. But Caracas sells dollars only at very high prices and under strict controls. Businesses are forced to maintain very good connections with the state.
The result is a reduced, highly unproductive, increasingly state-dependent yet very profitable private sector.
Y luego:
Firms make profits by acquiring import licenses or a privileged exchange rate, or by bribing the state for contracts and exemptions to regulations. Few firms seek profits by investing in their own businesses.
La dinámica, pues, no puede ser más perversa. El sector privado ha sufrido en general bajo Chávez. Pero los que se han adaptado y han aprendido a navegar hábilmente esta realidad se han beneficiado enormemente, probablemente más de lo que se hubiesen beneficiado si las políticas económicas del gobiernos fueran más justas y racionales.
Hace un tiempo leí un fascinante reportaje sobre Apple que describía los momentos claves en la creación del Iphone. Hablo de hallazgos intelectuales, de brillantes asociaciones de ideas, etc. Las enormes ganancias de Apple tienen como origen estos luminosos destellos de creatividad.
¿Cuál sería el momento equivalente en la formación de la fortuna de Wilmer Ruperti? Cuando decidió asistir a Chávez durante el paro petrolero, movida que cementó sus contactos con el gobierno.
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