El síndrome Armando Durán

Lunes, 23 de junio de 2012

Yon Goicoechea está bravo.

Más aún, en una reciente columna exhibe claros síntomas del síndrome Armand0 Durán: pensar que es la única mente brillante de Venezuela capaz de advertir realidades para él obvias, pero que, por alguna misteriosa razón, nadie más capta.

¿Qué ve Yon que no ve el resto?

Pues que el CNE está mudando a un millón de venezolanos a otros centros, “por lo general distantes y chavistas;” que este año “el CNE ha creado cerca de 9 mil mesas” y muchas estarán ubicadas en “refugios, organismos del Gobierno, zonas rurales apartadas o serán itinerantes;” y que el RE no se audita desde que tenía 13 millones y ahora vamos por 19, aumento sumamente preocupante si se consideran los ilegalmente nacionalizados, dobles inscritos y muertos vivos.

Oigámoslo:

…el Comando Venezuela conoce la realidad [del CNE] y, hasta ahora, ha escogido eludirla (como el asunto de las nuevas captahuellas). Están cavando su propia tumba al tratar de convencer a los venezolanos y al resto del mundo de que el voto es seguro, so pretexto de no causar abstención. Les juro que si mi país no dependiera de ello me quedaría callado, pero mi democracia también se juega el 7-0.

Creo que vale la pena abordar estos argumentos porque Goicoechea no es el único que los está esgrimiendo. Hay varios comentadores que se han unido a este coro. Y mi intención no es defender al CNE o la limpieza del proceso electoral en Venezuela porque estoy consciente de que las elecciones están lejos de ser justas y que en una elección cerrada la suma de trampas e irregularidades pueden marcar la diferencia entre la victoria y la derrota.

Pero sí pienso que argumentos como los de Goicoechea no hacen sino confundir al público e impedir que los acentos del esfuerzo de la oposición se coloquen en los lugares correspondientes.

Comencemos con las migraciones forzadas, un problema grotescamente magnificado por Goicoechea. El equipo técnico de Capriles acaba de realizar un estudio sobre este tema cuya conclusión fue que la amplia mayoría de “las reubicaciones tienden a ser entre centros de característica similares.” Y, a través de una auditoría telefónica aleatoria, determinaron que el 98 por ciento de las reubicaciones fueron solicitadas por el elector o sugeridas por el CNE y aceptadas por el elector.

Las auditorías también arrojaron otro dato interesante: los errores en reubicaciones no tienen sesgo político, afectando por igual a chavista y opositores.

A esto vale la pena agregar una pregunta obvia. ¿Cómo es que en las primarias opositoras, donde participaron más de tres millones de personas, muchos de los cuales el gobierno seguramente identifica como “opositores duros,” no se escucharon cientos de miles de reclamos de electores afectados por estas migraciones forzadas? Algunos desestimarán la auditoría del equipo técnico y dirán que las migraciones, como las de Miami, son recientes. Pero es bueno recordar que este argumento lleva rondando por ahí desde antes de las primarias, siempre esgrimido por la misma gente.

En segundo lugar, Goicoechea y otros también exageran tanto el número de mesas creadas (que no son 9 mil este año sino 2549 desde 2010) y sugiriendo que un número importante estarán ubicadas en refugios, organismos del Gobierno, zonas rurales o serán itinerantes. Sobre el aumento considerable de centros en zonas rurales (una tendencia que se inició en 2003), Goicoechea tiene toda la razón. De hecho, adaptarse a la masiva creación de estos nuevos centros (llevar testigos) es uno de los grandes desafíos de la oposición -desafío, por cierto, que la oposición parece determinada a enfrentar:

Ahora, es difícil oponerse a la creación de centros electorales per se así esté muy claro que la intención del gobierno no es hacerle la vida más fácil a los electores rurales, sino complicarle la vida a la oposición y facilitar el voto en las zonas donde Chávez es fuerte. La oposición simplemente tiene que combatir esto llevando testigos a esas nuevas mesas.

Sobre los centros en refugios, órganos estatales, etc, el problema existe. Pero de los centros creados desde 2010 hay sólo 180 que no están en colegios, una porciúncula del total. Y que no estén en colegios no significa que los testigos opositores no van a tener acceso a estos centros. De hecho, el equipo técnico del comando de Capriles me informa que han presentado reclamos sobre apenas nueve centros de votación que considera de difícil acceso. Sin duda los puede haber más. Pero el problema no parece ser tan grave como algunos sugieren.

En cuanto al complejo debate sobre el Registro Electoral, luego les daré mi opinión.

H/T: Eugenio Martínez.

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