El poder de un buen final

Martes, 1 de marzo de 2011

Nunca me había gustado su estilo retórico. Me parecía ensayado, overwilling, estirado, incluso falso. Viéndola sentía lo que siempre siento cuando alguien, en una entrevista, deja de ver al moderador para hablarle directamente a las cámaras. Su discurso me parecía el equivalente retórico de una mujer con demasiado maquillaje.

Sin embargo, me sumo al coro de voces que la ha felicitado por su intervención hace unos días en la Asamblea Nacional.

Lo genial fue el final. No sólo lo que dijo, sino también el delivery:

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