Miércoles, 11 de enero de 2012
El ventajismo electoral financiero en Venezuela tiene dos lados. Por un lado el gobierno utiliza el dinero del Estado para financiar su campaña. Por el otro asfixia casi todas las potenciales fuentes de financiamiento de la oposición.
Imaginemos el escenario de una oposición dispuesta a cualquier cosa, incluyendo violar la ley, para conseguir dinero para la campaña. Las potenciales fuentes de dinero de la oposición son fundamentalmente tres: el sector privado, las contribuciones individuales, y el presupuesto de las alcaldías y gobernaciones.
El gobierno ha tomado medidas para cerrar lo más posible estas vías. Es decir: así la oposición esté dispuesta a comportarse como el presidente y utilizar recursos públicos o fuentes prohibidas para nivelar el terreno electoral, no lograría casi nada.
En primer lugar están los empresarios.
Por la discreción en la asignación de divisas, las amenazas de expropiación, el uso del SENIAT como herramienta de retaliación política y tantos otros mecanismos de intimidación (y también premiación), muchos empresarios no quieren tomar el riesgo de darle dinero a la oposición.
Tomemos el caso de Parlamat. A finales de noviembre la empresa emitió un comunicado negando unas graves acusaciones del gobierno. Chávez respondió fúrico, acusándolos por segunda vez de acaparamiento. Parlmalat entonces reculó con un patético comunicado.
¿Piensan que Parmalat se va a arriesgar a darle dinero al ganador de las primarias?
Las alcaldías y gobernaciones pueden hacer lo mismo que Chávez y utilizar recursos públicos para la campaña presidencial. Pero en los últimos años el gobierno ha hecho todo lo posible para asfixiar financieramente a los principales gobernadores y alcaldes opositores.
El caso de la alcaldía Metropolitana es ilustrativo. Desde 2008, cuando Ledezma tomó posesión del cargo, hasta el día de hoy, su presupuesto se ha reducido por más de la mitad.
Así Ledezma decida gastar ese repele en la campaña presidencial o en políticas populistas, su capacidad de competir con el gobierno en esta materia es limitada.
Ah, y se me olvidaba algo: la puerta del cielo. El año pasado, en una entrevista con RCN, el narcotraficante Walid Makled contó que contribuyó con dos millones de dólares para el referendo de 2004. Como gesto de agradecimiento, alguien en el oficialismo le consiguió -nada menos- la concesión de Puerto Cabello.
Pero esto, claro, estaría al otro lado de la ecuación.
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