Chile y la inclusión social

Viernes, 27 de abril de 2012

Camila Vallejo

En las discusiones sobre las protestas en Chile uno ve a cada rato análisis post-hoc. Es decir, la gente ve las protestas y, cuando cree encontrar un conjunto de causas o posibles causas, las esgrime como si, después de encontrar estas potenciales explicaciones, la erupción de protestas fuese totalmente comprensible y previsible.

El problema es que proceder de esta manera deja por fuera una pregunta clave. ¿Por qué en países donde todos los problemas que normalmente se citan para explicar las protestas chilenas son mucho peores no se ha visto este tipo movilizaciones? Más aún, ¿cómo se explica que estas protestas ocurran con esta intensidad en el país de la región que más éxito ha tenido durante las dos últimas décadas mejorando la vida de sus ciudadanos?

Para mí esta es una conspicua paradoja que muchos analistas parecen pasar por alto (no todos). En esta hagiografía de Camila Vallejo, por ejemplo, el novelista Francisco Goldman ni siquiera la asoma.

America’s Quarterly acaba de divulgar un índice de inclusión social que debería vacunar a los analistas contra esta omisión. El índice consiste en 15 indicadores que van desde las tasas de pobreza, el porcentaje del PIB que se invierte en programas sociales y el nivel de acceso al empleo formal, a los porcentajes de inclusión en el sistema educativo por género y raza, el acceso a la vivienda y los derechos civiles y políticos.

¿Y adivinen qué país, entre los once medidos, quedó de primero en el ranking?

Quiero insistir en esto. Una buena manera de evaluar el éxito de Chile es comparándolo con otros países de la región . Esto nos ayuda a poner las cosas en perspectiva y no subestimar sus éxitos ni sobrestimar sus fracasos.

Cualquiera puede forjar un argumento convincente sobre las graves insuficiencias de un país “supuestamente” exitoso si no se utiliza este simple método comparativo.

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