Sábado, 14 de diciembre de 2013
¿Fue errada la decisión de Henrique Capriles de cancelar la marcha en Caracas después del 14A?
Esta pregunta resurge a cada rato -y con razón. Porque, si Capriles cometió un error, se debe reconocer como tal para no repetirlo.
¿Lo cometió?
Todo el mundo sabe que el chavismo es capaz de irrespetar el resultado de unas elecciones. Y no me refiero al proceso anterior a la elección sino a lo que sucede el día de la votación. Pero uno de los objetivos de la estrategia electoral es forzar al oficialismo a cruzar esta línea; y desnudar ante el país, de la manera más clara posible, la transgresión del gobierno si decide no reconocer una derrota. Esto puede llevar al chavismo a una situación de inestabilidad. La combinación de derrota electoral y presión popular provocada por el irrespeto al voto pueden resquebrajar el apoyo institucional del presidente y provocar su salida. El poder puede escurrírsele de las manos.
Pero, si en el punto álgido, el liderazgo opositor decide suspender protestas y asfixia de esa manera la voluntad de una multitud dispuesta a hacer valer sus derechos, ¿no tiene menos sentido votar en las presidenciales cuando se sabe de antemano que el gobierno podría no reconocer y que la oposición no va a salir a la calle a presionar si esto ocurre?
En las presidenciales, a diferencia de las regionales, no hay victorias parciales. No marchar porque el oficialismo puede incitar una situación de violencia es aceptar una prohibición de facto a la manifestación pacífica. Porque el oficialismo siempre va a contar con este recurso de chantaje.
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