Tragar grueso

Sábado, 18 de febrero de 2012

A través de Twitter Daniel Fermín respondió a lo que escribí sobre Henry Ramos Allup:

Difiero. [A Henry Ramos] le faltó hablar de rectificación, renovación y, por qué no, de su renuncia.

Me gustó esta respuesta porque me da la oportunidad de aclarar algo importante.

Hay un debate importante sobre la necesidad de renovación y democratización en los partidos; sobre si estos se oxigenan o no con los cambios de dirigentes y la modernización de sus estructuras; sobre si hace falta crear mecanismos de fiscalización que premien o castiguen los éxitos y fracasos, y no asfixien el talento o los liderazgos ascendentes.

No necesito decir de qué lado caigo yo en este debate.

Al mismo tiempo, la importancia que asignemos a esta discusión no debe cegarnos o llevarnos a desestimar totalmente la crucial diferencia, sobre todo en la coyuntura actual, entre un Ramos Allup que sabotea la unidad y un Ramos Allup que decide aceptar su derrota en las primarias, reafirmar su compromiso con los objetivos unitarios, amoldar su verbo cáustico e irreverente al discurso conciliatorio de Capriles, y prometer que Acción Democrática hará todo lo que está a su alcance para que gane el candidato de la MUD.

Ayer Ramos Allup dijo todo lo que debía decir. Su actitud beneficiará a la unidad de aquí a octubre.

Reconocer esto no quiere decir que aprobamos la manera como dirige Acción Democrática.

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