Think Again

Miércoles, 14 de septiembre de 2011

Moisés Naím, en un diálogo con Ibsen Martínez en Letras Libres:

MN: El primer deber [como escritor] es no aburrir, y una manera muy potente de lograrlo es mirar cuáles son las ideas más queridas por los lectores… y reventarlas. En [mi columna] siempre trato de mostrar con cifras, datos y lógica alguna conexión que presumo que no es obvia. En esto tiene mucho que ver el estar consciente de que casi nadie lee…A menos que los provoques argumentando agresivamente, pero con propiedad, contra ideas que esos lectores ‘quieren’ mucho, no van a leerte. Si eres aburrido o repites lo que otros han dicho no van a leerte. Siento la obligación de agregar valor.”

IM: ¿Esa inclinación a aguar la fiesta de la sabiduría convencional es innata o adquirida?

MN: Se debe mucho a mi paso por MIT. El agresivo estilo del MIT, donde, cuando afirmabas algo, otras diez personas le caían a palos a tu idea hasta demostrar que era falsa…Sólo una idea que sobreviviera a tan enérgico proceso de disección y cuestionamiento tenía algún chance de ser buena. Aquello fue un shock para mí porque en nuestros países prevalece el hábito social de inhibir el choque de ideas. Lo que ocurre entre nosotros es que prevalecen ideas ‘polares’; ideas que no se hablan entre sí. Y con ello quiero referirme también a partidos políticos, grupos académicos, capillas literarias, universidades, etcétera. En su ‘polaridad’, las ideas no se dignan a confrontarse. Esto crea un ambiente que encuentro a la vez complaciente y bipolar: o bien unas ideas son rechazadas de plano por la tribu opuesta, o bien la tribu acoge y entabla ‘diálogo’ sólo con quien comparte de antemano las suyas.

Detectar ideas arraigadas y muy queridas por los lectores y atacarlas. Añadir valor. No repetir lo que otros ya han dicho porque tu voz se vuelve redundante, y, peor aún, innecesaria. Promover el choque de ideas. Combatir esa tendencia latinoamericana de separar los argumentos hasta convertirlos en líneas paralelas que nunca se tocan, porque sin la interacción de ideas el debate no sólo se empobrece, también se vuelve mucho más aburrido e inconsecuente.

Estas son algunas de las cosas que definen el trademark Naím.

Definen como escribe, definen su paso como editor de Foreign Policy y definen Efecto Naím, su nuevo programa de TV en NTN24 que se estrena este domingo a las 9pm.

Hay otros rasgos importantes como detectar anécdotas o situaciones que son una manifestación de fenómenos o tendencias históricas o globales. Conectar eventos que, a primera vista, parecen disasociados. Y valorar la idea, el argumento, el trabajo mismo, por encima del nombre, el currículo y las distinciones. Puedes ser premio Nobel o su hijo, pero si tu artículo llueve sobre mojado Moisés Naím no te va a publicar (en esto también ha roto desvergonzadamente con las tradiciones periodísticas de su país).

Hace unos meses me llamó para invitarme a colaborar con su nuevo programa de TV, y puedo decir con conocimiento de causa que tiene un equipo muy talentoso, y también, por lo que veo, un network de escritores y periodistas que, como yo, contribuyen con el programa como freelancers desde Washington y otras ciudades del mundo.

Si les gusta su columna en El País, y admiran sus libros y la manera como se transformó Foreign Policy bajo su dirección, Efecto Naím no los va a decepcionar.

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