Perversos incentivos

Jueves, 27 de junio de 2013

Un semana ocupada, con demasiadas distracciones. Pero una breve reflexión.

Caracas Chronicles está haciendo un experimento que ilustra los beneficios del “crowdsourcing.” Pidieron a sus lectores vinculados con el sistema educativo en Venezuela colaborar con ensayos cortos sobre la crisis universitaria.

Todavía no he leído todos pero agarré el primero –el de Guido Núñez-Mujica– y vale la pena leerlo. Núñez-Mujica dice:

Our rectors, deans, vice-rectors and department heads are elected by the university community. If recent reforms are ever fully implemented, administrators and even support staff will get a vote alongside students and profs. As you’d expect, making university authorities respond to electoral pressures creates all kinds of perverse incentives. The criteria for doing stuff is “what will allow us to get re-elected?”

Y luego:

University Authorities will act as judges in beauty pageants (paid with the same money that won’t pay for lab equipment) blasting music inside buildings, during working hours. Authorities will order and get magnificent and unnecessary infrastructure projects that are very visible and tied to their names, so people outside the department will know and vote for them. Authorities will ignore drinking and gambling inside the university as long as the student leaders help them to get more student votes, and of course, the young newcomers will vote mostly the way they are told by the really nice guys who throw parties, take them to hiking trips and give them free beer.

En más de un sentido este ensayo de Guido Núñez-Mujica me recordó The Wire, la serie de TV que he estado comentando en los últimos meses. No sólo en el humor cáustico y el trasfondo terriblemente pesimista, sino en la problemática que describe. La disfuncionalidad burocrática de la policía en Baltimore retratada en The Wire, por ejemplo, tiene su origen en la política electoral. Es decir, en el concepto bienintencionado de fiscalización democrática.

Una de los principales tesis disueltas en The Wire es cómo el juego de las estadísticas (“stats game”) ha destrozado el departamento policial de la ciudad, privilegiando el número de arrestos por delitos menores sobre las investigaciones y el trabajo policial enfocado en verdaderos criminales cuyas actividades causan mayores estragos a la sociedad. ¿Por qué ocurre esto? Porque los alcaldes necesitan mostrar a sus electores que el crimen está bajando para ser reelectos. Y para hacer esto necesita aumentar el número de arrestos. Es más fácil aumentar el número de arrestos si uno se enfoca en delitos menores. Estoy simplificando un poco, pero más o menos por ahí va la cosa. La conclusión es que la democracia a veces puede ser dañina.

Ahora bien, no soy experto en reforma policial ni educativa. Pero ¿cuál es la alternativa al status quo? ¿No tener ninguna clase fiscalización electoral o una mejor fórmula que combine la necesaria presión popular para impulsar la solución de problemas y la regulación o supresión de los perversos incentivos que a veces pueden resultar de esta presión?

Sería interesante qué Núñez-Mujica se explayara sobre este tema.

En segundo lugar, el ensayo me hizo pensar algo que a cada rato pienso cuando leo la prensa de otros países. En Venezuela la lucha contra un gobierno autoritario ha relegado al fondo de la lista de prioridades muchas discusiones, como la que Mujica plantea. Y no sin razón. Fíjense, por ejemplo, lo que ocurrió con María Corina Machado. A través de ese audio el gobierno reveló que se está metiendo en las casas de los opositores para grabar a sus adversarios. Para que un debate como el que asoma Núñez-Mujica tenga una remota posibilidad de impulsar cambios se debe luchar primero por restablecer el orden democrático; un orden en el que este tipo de debates sean factibles y tengan el poder de impulsar reformas.

No digo que estas cosas no se puedan discutir ahora. Simplemente que es comprensible que estas discusiones no sean tan frecuentes en Venezuela.

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