Palabras vacías

Viernes, 15 de junio de 2013

Hay algo que dice Ortega y Gasset sobre el hombre masa que, aunque he citado varias veces, nunca creo haberlo comunicado tan bien como él. Y me refiero a la falta de seriedad; cómo los argumentos e ideas del hombre masa carecen del peso de la convicción. Lo importante no es ganar debates con argumentos, sino imponer, por la fuerza, sus “argumentos.”

Hoy, por ejemplo, el canciller Elías Jaua dijo que Maduro le presentará pruebas a Santos sobre cómo la oposición está conspirando desde Colombia. Dijo además que esta es una conspiración “no de Colombia sino desde Colombia,” aclarando que aquí el culpable es la oposición -no el gobierno colombiano.

Pero esto no fue lo que dio a entender Elías Jaua hace dos semanas, cuando aseguró que con la visita de Capriles a Colombia “se confirma que desde Bogotá hay una conspiración abierta contra la paz en Venezuela” que alcanza “los más altos poderes del Estado colombiano.” De hecho, Santos reaccionó a estos señalamientos, diciendo que era descabellado pensar que su gobierno conspiraba contra Maduro.

Lo cual, una vez más, me recuerda este episodio contado por Alberto Barrera:

[En el acto de proclamación] Maduro de pronto saluda a Zelaya: “¡El presidente Zelaya!”, dice. Y parece entonces recordar que en el recinto también se encuentra Lobo. Y de inmediato lo saluda: “¡El presidente Lobo!”, dice. Ambos, sentados a distancia, sonríen sin mirarse. Maduro trata de sortear el breve pero espeso silencio en la sala y todos los venezolanos miramos a Zelaya, a Lobo; a Lobo, a Zelaya, haciendo tiempo para que la memoria lentamente nos devuelva los días del golpe de Estado en Honduras, los días en que este Gobierno financió un intento de regreso de Zelaya a su país, el avioncito queriendo aterrizar, los juramentos de no reconocimiento a Lobo, los jueguitos de guerra a control remoto… Ahí estaban los dos, sonriendo. Nada importa. Ninguna palabra tiene valor.

De hecho.

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