Lo grotesco se vuelve normal

Martes, 20 de marzo de 2012

Un extracto de la carta de “El Gato” Briceño al presidente Chávez:

Apenas transcurrieron 24 horas del inicio del derrame y aún teniendo el chorro de petróleo vertiendo importantes cantidades de hidrocarburos al Guarapiche, altos funcionarios del gobierno me pidieron que abriera las plantas potabilizadoras ya que, según ellos, me garantizaban que el petróleo no llegaría a Maturín. Por supuesto, no acepté tal pedimento por considerar que era temerario. Exactamente, esa noche pasaba el petróleo por el frente de la Planta de San Vicente y el día 7 de Febrero estaba en la Planta del Bajo Guarapiche.

A los 8 días, el Ministro del Ambiente llegó a Maturín y declaró, sin pudor alguno, que “no hubo daño ecológico” y me volvieron a constreñir para que abriera la Planta y dejara que agua visiblemente contaminada, llegara a los hogares del pueblo.

La presión continuaba, así que, 33 días después del derrame, convocamos a las Autoridades Nacionales y Regionales de Salud, Ambiente, Defensoría del Pueblo y Fiscalía Ambiental. Encendimos los motores de la torre de toma. En fracciones de segundos salieron trazas de petróleo en el agua. Los funcionarios presentes quedaron impresionados. Me dieron la razón y, aunque no podían declarar ante la opinión pública, apoyaron la decisión de no abrir la planta hasta tener la garantía de que el agua podía ser tratada sin causar más daños de los que el derrame ya había causado.

Pero la coerción [siguió]…

Quiero insistir en esto. Si Chevron o Exxon hubiesen tratado de presionar o sobornar a una autoridad local para abrir una planta potabilizadora con el objetivo de aplacar el ruido causado por un derrame a la vez desestimando con irresponsabilidad criminal la gravedad de surtir a una ciudad con agua contaminada, no hay periódico importante en el mundo que no lo hubiese puesto en la portada.

Pero algunos prefieren reseñar a Bocaranda.

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