Inventario

Miércoles, 26 de octubre de 2011

Autora: Mirtha Rivero

Importación: mi hija no consigue la comida especial que necesita para uno de sus gatos, y el animalito -después de siete días comiendo la que venden en el mercado- se enfermó, al extremo de que tuvo que hospitalizarlo. El veterinario le ha dicho que en las últimas dos semanas ha atendido cinco casos iguales, todos por la misma causa: el alimento –importado- desapareció de los anaqueles. Le aconseja que intente comprarlo en Colombia, a través de un conocido, y en eso anda. De carreras, tocando puertas para ver si, por casualidad, se lo mandan para cuando den de alta al gato. Llamo a una de mis hermanas para enterarla, y ella, a su vez, me echa otro cuento: Flora tiene un perro que diariamente debe tomar una dosis de medicamento para no convulsionar. Desde hace como seis meses le habían advertido que el remedio –recetado también para humanos- podría escasear porque la materia prima es importada y la dejaron de traer o porque las fábricas que lo hacían se han ido del país. Flora se fue apertrechando. Hacía su pesquisa y en donde lo hallaba, compraba. Pero, ni modo, el destino la alcanzó: en los últimos cuatro días completó un tour por treinta farmacias, y hasta le pagó a un mototaxista para que hiciera otro recorrido. No tuvo éxito. El viernes, una amiga le regaló dos pastillas de las que toma su esposo.

Probabilidades: Mi amiga Sol llama a su compadre Alfredo para felicitarlo por su cumpleaños. Le siente la voz apagada y lo sondea. Alfredo le dice que hace una semana secuestraron a un vecino y la petición inicial de los secuestradores rondó los doscientos millones de bolívares. Él no sabe por qué cantidad se transaron al final, pero refiere que, en dos meses, en la misma urbanización han secuestrado a tres personas y, además, asaltaron una casa después de sorprender a los niños de la familia jugando en la calle. El compadre de Sol cree que las probabilidades de que a él le suceda algo semejante se les están acercando. Y no tiene doscientos millones, ni de chiripa.

Pensiones: La mayor de mis hermanas salió de una estación del Metro y la recibió una cola inmensa en el boulevard. Eran las once de la mañana de un martes. Desde la fila, alguien le hizo señas. Era Penélope. Llevaba cinco horas esperando para entrar al banco y cobrar su pensión del Seguro Social. Días después hablé con Penélope; me dijo que, en total, pasó ocho horas en cola. Desde las seis de la mañana hasta las dos de la tarde. Solo funcionaban dos taquillas.

Turismo: Me meto en la red, y veo que mi amigo Ricardo registra en su muro: “Me acaban de atracar en Cumaná. Me quitaron la cámara fotográfica y el I-phone. Estoy bien.” Lo contacto, y me cuenta que fue en los alrededores del castillo. Es muy peligroso ser turista, remata.

Cifra: Leo en el blog de Alejandro Tarre que, según el Observatorio de Conflictividad Social, en septiembre hubo 497 manifestaciones en Venezuela. Sólo de enero a junio se registraron 2.365 protestas.

Aire fresco: Me llega un correo. Es un video que colgaron en You Tube. Lo abro, data del 31 de julio y fue tomado durante la Feria del Libro del municipio Sucre. Da cuenta del performance de artistas criollos que, de repente, interrumpían la rutina de la feria y, en medio de la sorpresa –y las sonrisas- de la gente, en cualquier stand o pasillo cantaban arias de ópera.

Última hora: el perrito de Flora no paraba de convulsionar, y lo pusieron “a dormir”.

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