El sábado pasado publiqué un artículo en El País sobre las causas de la caída del crimen en EE UU. Y aquí los dejo con tres observaciones que no pude hacer en el artículo:
1) El mundo tiende a sobrestimar la culpa o responsabilidad de las policías cuando el crimen baja o sube, y tiende a subestimar cómo factores más difíciles de ver -como tendencias demográficas, el surgimiento de una nueva droga o la transformación de vecindarios (o gentrificación)- pueden tener efectos dramáticos en la criminalidad.
2) A veces las explicaciones más originales suelen ser las menos convincentes. Por ejemplo, algunos expertos argumentan que la legalización del aborto en 1973 contribuyó a la caída del crimen en los noventa. Dicen que esta medida llevó a que menos madres pobres y solteras tuvieran niños no deseados que suelen ser más proclives a cometer crímenes durante su juventud. Pero esta tesis ha sido literalmente demolida.
¿Por qué entonces sigue siendo tan popular y los medios siguen citándola, al igual que citan la también poco convincente explicación del plomo de la gasolina? Porque es una correlación asombrosa que obviamente llama la atención de los editores y el público. “Legalización del aborto en los 70 causa caída del crimen veinte años después” es un argumento fácil de vender.
A esto deberían llamarlo el “efecto Levitt”, en honor a uno de los autores de Freakonomics (y del argumento del aborto) Steven Levitt. ¿En qué consiste el efecto Levitt? Alguien hace una correlacion asombrosa de un fenomeno muy complejo que tiene múltiples causas. Pero, como dicen en inglés, correlation is not causation. Y el que hace esta correlación asombrosa le interesa poner todo el peso en “su” causa, a exclusión de otras causas posiblemente más importantes pero menos “sexy”. ¿El resultado? Demagogia académica.
3) Sorprende que en el debate sobre inmigración las fuerzas pro-inmigrantes no digan nada o digan poco sobre el efecto transformador que han tenido los inmigrantes en muchos vecindarios de EE UU. No es necesario creer que la inmigración causó el gran declive del crimen en los 90 (yo no lo creo) para ver que hay casos específicos donde atraer inmigrantes es una solución obvia.
Joan Faus, corresponsal de El País en Washington, ha escrito varios reportajes interesantes sobre los disturbios en Ferguson, un suburbio de San Luis en el estado de Misuri. Y nos dice que San Luis
ha sufrido una mayor pérdida de población desde 1950. Según los últimos datos del censo de 2010, el descenso acumulado es del 62,7%, por delante del de Detroit (61,4%) y otras ciudades del Medio Oeste de EE UU que han constatado cómo en pocas décadas el retroceso industrial evaporaba buena parte de su demografía.
Si hay un consenso entre criminólogos es que los vecindarios más violentos generalmente padecen problemas graves de segregación, despoblación y pobreza concentrada.
Ahora bien, ¿cuál es una potencial solución al problema de despoblación de San Luis que contribuye a la muy alta tasa de homicidios de la ciudad? ¿Qué grupo de personas estaría más dispuesto que otros grupos a mudarse a una cuidad tan poco atractiva? Las autoridades de San Luis ya resolvieron este fácil acertijo, como reporta Joan Faus:
La Alcaldía cuenta con varios programas de subsidios y ayudas fiscales para regenerar partes de la ciudad y atraer a nuevas empresas y ciudadanos, sobre todo a inmigrantes. San Luis, que este año cumple su 250 aniversario, se ha fijado el ambicioso objetivo de ser en 2020 el área metropolitana de EE UU que registre un mayor incremento de ciudadanos extranjeros.
En fin, lean mi artículo.
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