Insulza toma la iniciativa

Lunes, 4 de junio de 2012

Todos sabemos que, si Insulza tiene una virtud, no es liderazgo. Pero en su intento de erosionar la independencia la CIDH Insulza, por primera vez, al menos en apariencia, ha asumido un rol de líder.

Me explico.

El informe que remitió Insulza a la Asamblea General, que contiene sus controversiales propuestas para reformar la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, tiene supuestamente como punto de partida una serie de recomendaciones del Grupo de Trabajo de reflexión del Consejo Permanente sobre el funcionamiento de la CIDH.

¿Cuál son las propuestas de Insulza?

En primer lugar, promueve la idea darle poder a los Estados para que abran un proceso de reforma del Estatuto de la CIDH con el fin de incorporar directamente reformas que él considera necesarias. Insulza propone darle poderes a la AG para redefinir lo que la Comisión y sus relatorías pueden o no pueden hacer.

Y no sólo eso. Insulza también asoma propuestas muy específicas en el caso de que se decida a favor de otorgarle estos poderes a la AG. Propone, por ejemplo, revisar la competencia de la CIDH para dictar medidas cautelares. También propone que los estados monitoreados sean quienes definan los términos de la supervisión de la CIDH con la posibilidad de retrasar un año la publicación de los informes, lo cual, como ya ha dicho José Vivanco de Human Rights Watch, condenaría estos reportes a la irrelevancia.

Todo lo que propone Insulza parece diseñado para que la CIDH pierda su independencia y  (limitado) poder.

Ahora bien, lo interesante es que las recomendaciones del Grupo de Trabajo de la Comisión Permanente, supuesto fundamento del informe de Insulza, aunque son criticables, no son tan radicales como las del secretario general de la OEA. Los Estados mismos no llegaron al extremo de avasallar como lo hace Insulza el radio de competencias de la CIDH. En el informe del Grupo de Trabajo el artículo 39 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, que le otorga la facultad a la CIDH de dictar su propio reglamento y que Insulza quiere eliminar, no es cuestionado como en el informe de Insulza.

Para acabar con la CIDH Insulza decidió “aparentemente” liderar el esfuerzo.

Pongo la palabra entre comillas porque todo el mundo sabe que, sin la presión del Alba y la anuencia de Brasil, a Insulza jamás se le hubiese cruzado por la mente poner en su informe estas radicales propuestas.

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