La lógica para votar

Jueves, 12 de enero de 2012

A través de Carlos Blanco, llegué a este artículo de Antonio Sánchez García argumentando que los venezolanos deben votar en las primarias por su candidato favorito independientemente de lo que dicen las encuestas:

…quien quisiera votar por Diego Arria, por María Corina Machado, por Leopoldo López o por Pablo Medina desista de hacerlo, aunque sus discursos les parezcan los más coherentes, sólidos y cónsonos con lo que demanda la circunstancia histórica que vivimos, porque según las encuestas ganarán Henrique Capriles o Pablo Pérez, es, por decir lo menos, cuestión muy lamentable. El sentido de las Primarias radica precisamente en la sana y muy razonable voluntad de escapar al influjo extra político, mercantilista y manipulador de los mecanismos de marketing comercial. Y permitir que la voluntad del elector fluya y se exprese de la manera más diáfana posible, según permita su propia experiencia y reflexión. Sin secuestros mediatizadores.

He estado pensando sobre este tema, porque entre todos los candidatos opositores no puedo decir que me inclino con facilidad hacia uno de los dos que puntean las encuestas, Capriles y Pérez.

Pero, aunque en este sentido me vendría bien darle la razón a Sánchez García, pienso que está equivocado.

En primer lugar, una aclaración sobre las encuestas. Es cierto que el comportamiento de varios encuestadores es vergonzoso. La erosión de la estima y el respeto que no hace mucho inspiraban analistas como Oscar Schemel y Luis Vicente León es justificada.

(Un ejemplo que citó el lunes Fernando Rodríguez: Keller dice que Graterón dobla a Muchacho en Chacao; Datos que Graterón gana pero por poco puntos; y Datanálisis que Muchacho triunfa con una cómoda ventaja).

Ahora bien, se puede criticar a las encuestadoras y también reconocer que para las primarias presidenciales todas los sondeos registran que Capriles lidera la carrera, seguido por Pérez y López. Todas las encuestas coinciden en que Capriles, por ejemplo, le lleva una inmensa ventaja a María Corina Machado y Diego Arria.

Lo que me lleva al argumento de Sánchez García.

En 2000 Al Gore perdió contra George W. Bush por una diferencia menor al porcentaje que sacó Ralph Nader. Forzados a escoger entre Bush y Gore, casi la totalidad de los votantes de Nader hubiese votado sin pensarlo por Al Gore. Pero votando por Nader le entregaron la victoria a un candidato que, desde su punto de vista, era mucho peor que Gore. Este es un caso que prueba que lo perfecto a veces es lo opuesto de lo bueno. Los votantes han debido examinar las encuestas antes de votar.

Sánchez García puede argumentar con razón que ahora, en Venezuela, no tenemos una situación similar a las elecciones Bush vs. Gore. De hecho, yo lo apoyaría en esa afirmación.

Pero no podemos olvidar que esto es un asunto de opinión. Si una persona que apoya a MCM ve una inmensa diferencia entre Pérez y Capriles tiene sentido que vote por uno de ellos si MCM sigue con un porcentaje minúsculo en la mayoría de las encuestas.

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