Martes, 15 de noviembre de 2011
El primer perdedor fue Chávez. Pero hay un área donde nosotros podemos mejorar: el formato. Es verdad que los candidatos no quieren apuñalarse unos a otros, reconociendo que en este momento histórico la unidad es tan necesaria como indispensable. Así uno piense que puede y debe haber discusión y cruce de ideas dentro de este frente común opositor, no es difícil entender la cautela de los candidatos, ninguno de los cuales quiere ser visto como un divisor o un saboteador de la unidad.
Pero, con todo y esto, el debate ha podido ser mejor (e igualmente civilizado) si el formato hubiese promovido la discusión o una mayor interacción entre los candidatos. En el debate de ayer no hubo un moderador. Lo que hubo fue una persona que le daba una seña a cada candidato para que hiciera una pequeña exposición sobre temas específicos. El resultado fue que la interacción fue mínima, como si en vez de debate se hubiesen hecho entrevistas separadas a un grupo de personas que se encuentra en un mismo lugar.
De igual modo, fue refrescante contrastar el discurso de los candidatos opositores con el del gobierno, y verlos a todos esgrimiendo propuestas serias sobre cómo enderezar al país.
Una vez más, le demostraron a los venezolanos que las diferencias entre ambos bandos no pueden ser más grandes y que el país sigue contando con muchos líderes capaces y dispuestos a ganarle el pulso a Hugo Chávez.
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