Viernes, 6 de julio de 2012
Desde mi último artículo sobre el tema he estado refinando la definición de medio híbrido. Y aquí va lo más reciente:
En primer lugar un medio híbrido es un medio de comunicación privado cuya criterio editorial se guia bajo el principio de falsa objetividad, es decir, siempre presentar como un juez imparcial los dos lados o visiones de una historia o argumento así uno de los lados sea probadamente un invento o una locura. El ejemplo extremo sería que a la diez de la mañana el gobierno sentencie que es de noche. El medio híbrido no reportaría esto como un disparate o titularía “Gobierno dice que es de noche a las diez de la mañana, a plena luz del día” sino presentaría ambos lados del debate como si los dos fueran válidos y legítimos, sacrificando la verdad, confundiendo a la audiencia, desplazando el centro del debate para favorecer al gobierno y evitando de ese modo las críticas por falta de equilibrio informativo.
Los medios híbridos, además, son utilizados por el gobierno bajo un criterio selectivo. No son desaguaderos propagandísticos del régimen, sino medios con relativa independencia editorial cuya fachada de “objetividad” e “independencia” el gobierno aprovecha para avanzar ciertos objetivos, sea resaltar o inventar noticias para enaltecer al gobierno o tratar de dividir, caricaturizar o desprestigiar a la oposición, o desmovilizar o confundir al adversario mediante la divulgación de falsas encuestas o falsas asociaciones.
Esto no significa, sin embargo, que el gobierno siempre utiliza al medio híbrido bajo criterios coherentes. El medio híbrido a veces cae en la propaganda tradicional. Pero lo importante es que esto es un exabrupto. Al gobierno le interesa mantener la pátina de independencia del medio híbrido para llegarle a la audiencia.
Lo novedoso de estos medios es que son, de cierto modo, una admisión de los límites de los medios de propaganda tradicional, que son vistos por pocos y no gozan de mayor credibilidad. Son una prueba del argumento central de The Dictator’s Learning Curve, el nuevo libro de Will Dobson: los dictadores tienen una curva de aprendizaje. Como el resto de nosotros, ellos se han adaptado a los nuevos tiempos.