Viernes, 31 de agosto de 2012
Como ya se ha dicho mucho, más que el secreto del voto, el problema que confronta la oposición en Venezuela es la percepción sobre el secreto del voto.
Para el gobierno es mil veces más difícil violar el secreto del voto que convencer a sus opositores de que el voto no es secreto.
Las encuestas lo confirman. Alrededor del 20 por ciento de los electores dudan que el voto sea secreto y la mayoría de estos escépticos son opositores.
Esto es particularmente preocupante con los dos millones y medio de empleados públicos. Conforme se acerca la fecha de las elecciones, las amenazas sobre este sector seguramente recrudecerán.
Y, si además de estas amenazas, los empleados públicos sienten que Chávez va a ganar el incentivo para votar disminuirá significativamente. Si Chávez va a arrasar, ¿para qué poner en riesgo el puesto de trabajo votando por Capriles?
Y no tengan la menor duda que los días y semanas antes de las elecciones aparecerán los sospechosos habituales divulgando “encuestas” donde Chávez liderará la carrera con una ventaja mucho mayor a las que muestran los estudios más recientes de Consultores 21, Varianzas y -según he escuchado- Datos.
Lo bueno es que Capriles puede combatir esto insistiendo empecinadamente en el secreto del voto y tomando medidas concretas para combatir la batería de sondeos que intentarán desmoralizar a la oposición en las semanas previas a las elecciones.