Jueves, 3 de abril de 2014
¿Qué debe hacer la oposición? ¿Cómo debe reaccionar ante las protestas? Entre radicales y moderados, ¿quién tiene la razón? ¿Se puede forjar un acuerdo entre ambos bandos?
Para mí estas preguntas son muy díficiles de responder. Y cada vez que tomo posición inevitablemente siento que estoy excluyendo aspectos importantes de la discusión.
Pero esto no justifica la pobreza del debate. Buena parte de los comentadores distorsionan y simplifican la posición de sus adversarios, o se ensañan contra los argumentos más débiles ignorando los más fuertes.
Otros escogen ideas como quien escoge el color de un sombrero -en base al gusto personal. Más que razonar compran argumentos que reafirman lealtades tribales o justifican viejas aversiones o prejuicios. Y las ideas propias a veces son evidentemente moldeadas por estas lealtades y rencores. Twitter magnifica estos defectos. Allí pululan grupos donde la repetición de ciertos argumentos es vista como una insignia de seriedad o una reafirmación de identidad. Esto es especialmente evidente en la intelligentsia que apoya a Capriles, a la que quizá estoy más expuesto.
Pero basta de preámbulos. Todo esto es simplemente una manera de introducir a Martínez Meucci. Rebelándose contra la mayoría, Miguel Ángel reconoce la seriedad de este debate y encara con honestidad y coraje intelectual los aspectos más importantes y controversiales de cada posición. Trata de capturar una complejidad casi inasible y provee un marco sólido para elevar la discusión. Lean con cuidado cada párrafo de su más reciente artículo, porque es evidente su forcejeo con ideas que muchos despachan por frívola conveniencia o simple incapacidad.
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