Martes, 8 de febrero de 2010
A continuación un debate con Francisco Toro, co-autor del blog Caracas Chronicles (el otro autor es Juan Nagel), sobre su reseña del nuevo libro de Allan Brewer-Carías.
Antes de leer este pequeño intercambio, recomiendo leer la reseña de Francisco:
Alejandro: Francisco, creo que en tu artículo eres demasiado duro con la vieja guardia opositora, y, en menor medida, demasiado generoso con la nueva guardia.
Como bien sabes, hay muchas personas valiosas en la vieja guardia y la nueva guardia no es perfecta.
Ambos opinamos que la oposición se encuentra actualmente en una mejor posición que hace cinco años, ya que el liderazgo opositor ha adoptado una estrategia democrática de unidad, presión institucional y participación electoral.
Con todo y sus defectos, la vieja guardia ha desempeñado un papel importante en este proceso de rectificación. Teodoro Petkoff, por ejemplo, tuvo un papel importante en el viraje estratégico que dio la oposición. Ramón Guillermo Aveledo fue una pieza clave para forjar una lista única de candidatos para las elecciones parlamentarias de 2010. Todos los partidos de oposición hicieron concesiones para alcanzar la unidad. Sin el trabajo duro de la vieja guardia, la oposición tendría menos diputados, gobernadores y alcaldes. (Preferir las primarias a los acuerdos no debe cegarnos a los méritos de los acuerdos).
Por otra parte, la nueva guardia no es perfecta. De hecho, al igual que la vieja guardia, la nueva guardia estuvo involucrada en algunos de los catastróficos errores que cometió la oposición durante el primer gobierno de Chávez.
Lo que me lleva a un segundo punto. Tú trazas una línea divisoria demasiado nítida entre la nueva y la vieja guardia. Pablo Pérez tiene vínculos estrechos con la vieja guardia. Es bastante problable que Omar Barboza desempeñe un rol protagónico en su campaña si decide lanzarse como candidato presidencial. Si Pablo Pérez gana, muchos de los dinosaurios adecos de UNT ejercerán una gran influencia en su gobierno. María Corina Machado se asesora constantemente con miembros de la vieja guardia.
La vieja guardia también ha hecho trabajo de base. Cualquiera que sea tu opinión de César Pérez Vivas, Antonio Ledezma y Enrique Mendoza, no puedes negar que gozan de apoyo popular. Sin ellos, las probabilidades de lograr una transición democrática en 2012 serían mucho menores.
Un último punto. Así asumamos que el escenario ideal es que la nueva guardia desplace totalmente a la vieja guardia, ésto no va a suceder antes de 2012. Cualquiera que sea el candidato el próximo año, debe hacer un esfuerzo enorme para trabajar con todos los sectores de la oposición. En mi opinión, éste ha sido el principal error de Leopoldo López. Para aumentar las probabilidades de derrotar a Chávez es importante sumar fuerzas con la vieja guardia.
En cuanto a nosotros, debemos ser sumamente cuidadosos en no crear una división entre los nuevos y los viejos políticos.
Demasiado está en juego.
Francisco: En cierta forma, tu crítica es bastante correcta: la división entre la vieja y la nueva guardia que utilice para enmarcar mi discusión del libro de Brewer-Carías es sin duda simplista, una descripción muy vaga de una realidad mucho más compleja. Creo que no queda otro camino cuando uno escribe para un público extranjero: dentro de los estrictos límites de palabras que imponen estas revistas, uno tiene que tratar de darle al lector una brújula, un mapa para navegar aguas políticas que conocen poco. Se debe, pues, equipar al lector con una heurística –un atajo cognitivo– para que se pueda adentrar en un escenario político desconocido. Y la imprecisión es parte de la heurística. Esto es inevitable cuando tienes un límite de 1200 palabras.
El fondo del asunto no es si esta aproximación va a ayudar a Alejandro Tarre a comprender mejor la realidad venezolana: ¡ni yo soy tan optimista! El asunto es si esta aproximación ayuda a guiar a personas que probablemente no han escuchado nada sobre Venezuela desde que Chávez dijo en 2006 que olía a azufre en el podio de la Asamblea General de la ONU.
Yo creo que sí. Si en algo ha sido efectivo el gobierno es en estigmatizar a sus opositores. Tanto en Venezuela como en el exterior, la imagen de la vieja oposición de 2002-2003 es sencillamente horrorosa. Y con razón. Hoy día Chávez invierte muchos recursos en convencer a personas como los lectores de The New Republic que la oposición de hoy es igual a la oposición de Carmona/González González/Patricia Poleo que lideró la etapa más radical, lo cual es muy engañoso.
Es cierto que describir dicho cambio como un enfrentamiento de entre la vieja guardia y la nueva guardia es, en el mejor de los casos, una explicación imprecisa. Algunos de los más fervientes reaccionarios han moderado algunas de sus posturas radicales más inútiles y se han transformado en miembros honorarios de la nueva guardia. Después de todo, Antonio Ledezma ya no despacha desde el Comando Nacional de la Resistencia sino desde la Alcaldía Metropolitana. La realidad es, por definición, mucho más complicada que cualquier heurística que se pueda utilizar para capturarla.
Pero sigo insistiendo: antes de leer mi reseña, muchos de mis lectores no tenían la menor idea sobre las dinámicas que han transformado la oposición venezolana en los últimos seis años. Después de leerla, tienen una comprensión más profunda de estos hechos. No aspiraba más que eso, y creo que no lo hice tan mal.
Alejandro: Después de estos dos comentarios creo detectar, con precisión, la naturaleza de nuestro desacuerdo. Ambos reconocemos en el fondo una misma realidad. Donde no estamos de acuerdo es en la necesidad de explicar esta realidad enmarcándola en un enfrentamiento entre la vieja y la nueva guardia. Tú crees que es una aproximación útil para un público extranjero; yo creo que es una distorsión de la realidad.
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