Miércoles, 17 de abril de 2013
En la sorpresa electoral del pasado domingo, ¿cuánto influyó la campaña de Capriles y cuánto influyeron la falta de carisma y las pifias de Maduro? ¿Cuánto influyeron la escasez, la inflación y las devaluaciones?
Evaluar una campaña es extremadamente complejo, porque su éxito depende de muchos factores cuyo peso individual es difícil de definir. No sólo eso: los factores que hacen una campaña exitosa no pueden evaluarse aisladamente, sin tomar en cuenta como la otra campaña afectó estos factores.
Sin embargo, la cadena de ayer me convenció que Maduro perdió votos el solo, sin la ayuda de Capriles y de la economía. Verlo un rato es comprobar que Chávez, con todo y sus defectos, tenía talento en el arte menor del discurso político, en el que la música, los gestos, las pausas y el tono de voz, son más importantes que la fortaleza y la coherencia de las ideas.
En Maduro tanto el contenido como la forma son risibles. Y no soy yo: basta ver el Twitter mientras Maduro habla para comprobar que un gentío lo ve como un loco.
El liderazgo chavista tiene que ver lo mismo que ve la oposición. Y eso, combinado con la manera como Maduro erosionó dramáticamente el capital político del chavismo en poquísimo tiempo, no debe tener a la cúpula ni a las bases contentas. Más de uno debe estar pensando que, con alguien como Maduro a la cabeza, la revolución está en riesgo. El pajarito no es un chiste.
Imagínense, entonces, cuando la economía haga colapsar la popularidad de Maduro, algo que estoy casi seguro que va a ocurrir. ¿Cómo va a reaccionar el chavismo?
Vienen tiempos difíciles.
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