Viernes, 22 de marzo de 2010
El amiguismo, la falta de meritocracia y la reticencia a buscar activamente talento e ideas frescas, no sólo son características del actual gobierno venezolano, también de las páginas de opinión de los principales diarios de oposición. Un alto porcentaje de los artículos son inconsecuentes, desechables, un compendio de banalidades y clichés. Es raro -al menos más de lo que debería- tropezarse con un argumento interesante, un pensamiento original o siquiera con un giro novedoso de una frase.
¿Falta de talento nacional? En lo absoluto. Venezuela quizá tiene los mejores blogs políticos de América Latina, varios de ellos, curiosamente, escritos en inglés. En efecto, una prueba de la mediocridad que reina en las páginas de opinión venezolanas es la inexplicable renuencia de los editores a aspirar el talento que pulula en Internet.
El problema, repito, no es que no haya buenos columnistas, sino que el espacio valioso que ocupan escritores sin vocación es demasiado grande.
Entre los buenos está Miguel Ángel Santos, columnista del diario El Universal (blanco de esta crítica). A continuación los dejo con el final de su última columna:
Los 89.711 homicidios registrados en Venezuela entre 2003-2009, se encuentran muy cerca de los 95.069 ocurridos en la guerra de Irak. Con una diferencia fundamental: En Irak el número de víctimas ha promediado en los últimos dos años 3.042, mientras en Venezuela alcanza 16.800. Nuestra guerra será mucho más larga, y también más sangrienta. De acuerdo con los investigadores Daniel Pipes y Gunnar Heinsohn, entre 1950-2007 el conflicto árabe-israelí cobró algo más de 51.000 muertos (dos tercios árabes y un tercio judíos). Nuestras muertes por homicidio en los últimos siete años están muy próximas al conteo de muertos del terremoto reciente en Haití. En nuestro caso, nadie se ha movilizado, no se ha producido una respuesta de emergencia internacional y, lo que es peor aún, tampoco nuestra. No hay centros de acopio para apoyar a los familiares de las víctimas, no se han multiplicado las ONGs y los programas de ayuda, a nadie se le ha ocurrido siquiera hacer una colecta para donar una planta a la morgue en donde los cadáveres se amontonan y se pudren por falta de suministro eléctrico. Y es que irse muriendo de a poco llama muchísimo menos la atención.
Otros textos del autor:
- Lea la última Tribuna, La desproporcionada influencia de Chávez.
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