Jueves, 8 de noviembre de 2012
Matt Yglesias dice algo sobre el voto hispano en una reciente columna que no me convence.
Para Yglesias el problema fundamental de los republicanos para captar el voto hispano no son sus radicales posturas inmigratorias, sino fundamentalmente su política económica, que favorece a un élite minúscula y no a la clase media:
Latinos aren’t into that agenda for roughly the same reason that Asians and African-Americans aren’t—absent the frisson of worry about the “white establishment” being forced into minority status—it’s just not very compelling. To do better, Republicans don’t need a different immigration policy or better Hispanic outreach strategy, they need an overall policy that’s more compelling to the middle class and will help them do better with voters of all kinds. In fact, endorsing immigration reform now might make things worse for them, by enlarging an electorate that’s fundamentally hostile to their worldview.
Bien, aquí lo clave es si los latinos son más aptos que otros grupos, en primer lugar, detectando que las políticas de los republicanos favorecen a un elite y perjudican a la clase media. Y, en segundo lugar, transformando este superior discernimiento de filosofías económicas en rechazo al GOP. Es decir, ¿somos los latinos más proclives que otros grupos a no tragarnos el cuento de las políticas “trickle down”?
Planteado de esta manera, la tesis de Yglesias suena mucho menos convincente. Creo que los latinos somos especiales, pero no tanto.
Uno esperaría, además, que durante las últimas dos décadas esta tesis encajara más con la Florida. O que durante los años de Bush hijo el rechazo a los republicanos hubiese aumentado. Más bien ocurrió lo contrario:
Yglesias comete un error muy típico. Proyectar su propias ideas y filosofía en una masa cuya capacidad de discernimiento y análisis es mucho menor a la de él.
No quiero decir que la filosofía económica como factor no cuenta. Pero estoy seguro que los republicanos, si dejan de ser tan directamente hostiles, tienen espacio para ganar mucho terreno entre los hispanos sin alterar un ápice su filosofía económica.
Podrían llegar incluso a convertir el voto latino en un terreno competitivo, como casi lo logra Karl Rove.
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