Viernes, 27 de mayo de 2011
Llevo unas semanas participando en una especie de focus group con miembros del llamado “chavismo duro.” A continuación unas cuantas observaciones de las conversaciones en las que he participado:
El alcance limitado de los medios. A pesar de que muchos de los entrevistados son muy pobres, sorprende ver que muchos tienen acceso a Internet, y, a través de Internet, a los medios opositores. Cuando me refiero al alcance limitado de los medios, no me refiero en realidad al alcance sino a su capacidad de influencia. Al chavista duro es difícil convencerlo a través de Globovisión, El Universal o cualquier otro medio de comunicación que él identifique con la oposición.
La importancia del trabajo de base. Una pequeña ayuda a la abuelita enferma pesa mucho más que un año de programación de Globovisión. Cuando hablo con el chavista duro, quedó siempre con la impresión de que el contacto directo podría ser muy efectivo. Ilustro esta percepción con un ejemplo. Hace unos días pude escuchar e interactuar con un chavista duro durante tres horas. Después de hablar con él me hice dos preguntas: 1) ¿Podría algún día Globovisión, El Universal, Noticiero Digital o las conferencias de prensa semanales de Julio Borges alejarlo de Chávez? 2) Si Henrique Capriles, Leopoldo López o María Corina Machado visita a este chavista duro, lo escucha y luego lo ayuda a resolver un problema menor, ¿podría esta acercamiento hacerlo cambiar de opinión? La respuesta a la primera pregunta es un rotundo “no.” La respuesta a la segunda pregunta es “sí.” Lo cual me lleva a una tercera observación.
El chavista duro no es impermeable. He escuchado a más de un analista diciendo que la oposición no debe perder tiempo con el chavismo duro. Debe más bien enfocarse en los Nini. Pero mi impresión es que el chavista duro no es impermeable. Al contrario: el apoyo del chavista duro a Chávez puede ser muy frágil. Se fundamenta, a veces, en creencias fáciles de resquebrajar. Y, una vez confrontadas estas creencias, este apoyo se puede derrumbar como un castillo de arena. Pero este trabajo debe hacerse cara a cara. Hablando con el chavista duro me he dado cuenta que la gente subestima enormemente su inteligencia y capacidad de razonamiento. Y sobrestima su capacidad de ser penetrado a través de los medios.
Dos ideas poderosas. El apoyo del chavismo duro se fundamenta en parte en la carisma de Chávez, el clientelismo y otros factores, pero también en dos poderosas narrativas: 1) Chávez es el presidente de los pobres. Esta idea sigue teniendo mucha fuerza; es tan poderosa que muchas veces anula (literalmente) la discusión sobre si Chávez es un dictador. 2) La culpa de la ineficiencia del gobierno no la tiene Chávez, sino sus ministros y la gente que lo rodea. Un ejemplo de este último punto. En una de mis conversaciones un chavista duro me dijo para probar su punto de que el problema era el entorno que Chávez ha tenido que cambiar catorce veces de ministro de Vivienda. “¿Puedes creer eso?” me dijo. “¡Catorce veces! Es una prueba de que la gente no le cumple. A cada rato él se ve obligado a botarlos ¡porque no le sirven!” Para este chavista duro los catorce cambios no eran prueba de la incompetencia de Chávez, sino de su responsabilidad y capacidad de rectificación. Cuando un ministro no sirve, él los bota. Lo cual me lleva a mi última observación.
Orden natural de las cosas. Al igual que el lector de este blog, el chavista duro sabe muy bien que el país es un desastre. La diferencia es que para él este es el orden natural de las cosas. Chávez no ha provocado el desastre, sino opera en él lo mejor que puede. Para el chavista duro Chávez ara contra el mar. Y lo hace, según ellos, mucho mejor de lo que lo harían sus adversarios políticos.
Próximamente:
- Perú y el legado de Lula.
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