Martes, 28 de mayo de 2013
Vicente Ulive sobre la incapacidad (¿epistemológica?) del chavismo de asumir culpas:
Cuando se apunta al fracaso de los experimentos de planificación socialista en el siglo XX, el apólogo del marxismo se apura en explicar que lo que pasó era que “no había cuadros”, o lo que es igual, que el advenimiento del superhombre comunista no tuvo lugar porque la sociedad “no estaba preparada” para eliminar el dinero, por ejemplo. La utopía comunista, aquella en la cual entramos a un abasto y tomamos solamente lo que necesitamos y no más y salimos sin pagar, no descenderá del cielo a menos que los hombres estemos preparados para ello.
Ya lo he dicho antes. Si algo va bien (los recientes -y supuestos- avances reduciendo la tasa de homicidios, por ejemplo), el mérito es de la revolución. Si algo va mal (14 años de fracaso reduciendo la tasa de homicidio), la culpa es de los antivalores capitalistas que siguen corrompiendo a la población.
Si las cosas siguen mal después de diez, doce, quince años, la explicación es simple: la revolución, a pesar de sus titánicos esfuerzos, no ha podido terminar de liquidar estos antivalores o, como dice Vinz, la sociedad todavía “no está preparada” para los cambios que la revolución pretende impulsar.
En fin, el chavismo goza de la eternidad para triunfar, mientras que cinco años fueron suficientes para condenar al basurero de la historia a cada uno de los presidentes de Venezuela desde la caída de Pérez Jiménez. Y los que aspiran a gobernar no gozan siquiera de un solo día para probar si pueden o no pueden hacer un mejor trabajo que el actual gobierno, porque ellos representan a priori esos antivalores que, con tanto esfuerzo, la revolución está tratando de marginar.
Así cualquiera gana.
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