Viernes, 1 de julio de 2011
No tenemos aún detalles del cáncer y es probable que no saque a Chávez del juego político. Pero también es probable que sí. El hombre que habló ayer fue uno que, claramente, se siente todavía muy vulnerable.
Si el cancer está ya en etapa avanzada (algo que, aclaro, no le deseo a Chávez ni a nadie), el riesgo de inestabilidad política es alto. Ahí están las declaraciones de Adán Chávez, que hizo ya consciente de los problemas de salud de su hermano. Estas declaraciones revelan, sí, su talante antidemocrático. Pero revelan más aún un instinto de supervivencia. Mucho chavistas saben que sin Chávez pueden caer presos o pasar el resto de su vida en el exilio. Y esto es un poderoso incentivo para no soltar el poder, cueste lo que cueste. ¿Y no es perfectamente factible un masivo fraude electoral cuando Adán Chávez, sin esperar siquierar a que estos riesgos comenzaran a tomar forma, habló ya de recurrir a la lucha armada para asegurar la continuidad la revolución?
Sea cual sea el escenario, la oposición debe comenzar a tender puentes con los sectores más moderados del chavismo o al menos con los sectores más racionales (así esto suene como un oximorón). Si la bandera del chavismo la toma gente como Elías Jaua, Adán Chávez, Tarek El Aissami y Rangel Silva, la transición podría ser caótica.
Otra cosa importante es que la oposición no sacrifique la unidad. La enfermedad de Chávez podría darle un impulso al chavismo en las encuestas y nada ha contribuido tanto a la unidad opositora como Chávez mismo. En sus lineamientos fundamentales la estrategia de la oposición -unidad, primarias, lucha para recuperar y defender espacios institucionales- ha sido la correcta. Ahora no es el momento de desviarse.
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