Jueves, 25 de noviembre de 2010
Abril de 2002, el caso de Danilo Anderson, el arresto de Chávez Abarca, en todos estos casos el chavismo ha fabricado una historia simple, fácil de digerir, donde los hechos tienen una secuencia coherente (demasiado coherente) y las líneas entre el bien y el mal están claramente definidas. La simpleza moral de estas fabricaciones es casi infantil, al punto que, al lado de ellas, Star Wars y Blanca Nieves parecen historias escritas por William Faulkner.
¿Danilo Anderson? Líderes de la oposición venezolana, paramilitares colombianos y funcionarios de inteligencia norteamericanos se reunen para planificar el magnicidio de Chávez, pero luego, convencidos por Patricia Poleo (¡nada menos!), deciden que quizá lo mejor es comenzar asesinando al fiscal Anderson.
¿Chávez Abarca? Actuando por órdenes de Posada Carriles (el Dark Vader del universo chavista) y el exilio cubano en Florida, y en alianza con líderes opositores venezolanos como Alejandro Peña Esclusa, este peligroso terrorista aterriza en Caracas con la intención de desestabilizar el país mediante actos terroristas. Afortunadamente, las autoridades logran capturarlo a tiempo.
¿El golpe de abril de 2002? La oposición, aliada con el imperio yanqui y algunos militares traidores, derroca al presidente Chávez. El plan premeditado fracasa porque el pueblo sale a las calles y salva al presidente.
Por supuesto, la realidad detrás de estos episodios no es tan simple, sonsa y aburrida. Cualquier que haya leído sobre los sucesos de abril, por ejemplo, sabe que, a diferencia de esa versión idílica y excesivamente coherente del chavismo, la realidad fue una mezcla de planes, azares, intrigas, accidentes, coincidencias, intereses múltiples que chocaron o se fundieron provocando cambios inesperados y sorprendentes respecto a lo que fue anticipado por los protagonistas.
La realidad, pues, es mucho más interesantes que las fantasías de Walt Disney fabricadas por el chavismo.
Share