El caso de Econoinvest

Miércoles, 28 de marzo de 2012

Los atropellos jurídicos que se han cometido contra los cuatro directivos presos de Econoinvest ya han sido citados por muchos, especialmente gente del mundo de la cultura, donde Herman Sifontes y compañía son, con razón, muy apreciados y queridos.

Uno notable es la imputación a Econoinvest por ilícitos cambiarios: la comercialización de divisas a través de operaciones permuta con Títulos de Interés y Capital Cubierto (TICC). Esta imputación es totalmente absurda porque, siendo los TICC títulos valores, las operaciones estructuradas con dichos títulos estaban exceptuadas por la Ley Contra los Ilícitos Cambiarios. No eran consideradas delito.

Por eso la inmensa mayoría de las casas de bolsa y sociedades de corretaje -no sólo Econoinvest-, además la banca nacional, estructuraron sus operaciones con estos títulos.

La ley luego la modificaron, pero no antes sino después de la intervención de la casa de bolsa. A los directivos de Econoinvest no sólo se les aplicó la ley retroactivamente, también de manera selectiva. A muchos, por hacer exactamente lo mismo, no se les tocó, presumiblemente, en algunos casos, porque se dejaron extorsionar.

Esto por un lado.

Por el otro lado está el aprovechamiento político del caso.

Ya Bocaranda y Petkoff han escrito sobre esto, pero vale la pena repetirlo mil veces porque hay gente presa de por medio.

Tanto Hugo Chávez (y su aparato propagandístico) como la primera interventora, Nahunimar Castillo, promovieron la visión de Econoinvest como un “nido de mafiosos” que prácticamente le arrebataba dinero a sus clientes.

En el caso particular de Nahunimar, al parecer muy cercana al Superintendente Nacional de Valores Tomás Sánchez, esta acusación es grotesca porque el mismo gobierno la destituyó por una serie de “irregularidades,” patético eufemismo para no decir que la funcionaria no cumplió con su labor y abusó de su autoridad para saquear ella a Econoinvest.

Y esta contradicción se hizo aún más evidente porque el interventor que sustituyó a Nahunimar, un sujeto con fama de honesto llamado Victor Moreira, hizo en tres meses lo que su corrupta antecesora no hizo en año y medio: pagó a todos los ahorristas que, durante meses, soportaron angustias, ofensas, colas e incluso amenazas de que le iban a cancelar en bolívares los ahorros que tenían legalmente en moneda extranjera. Moreira además declaró públicamente que Econoinvest tenía un patrimonio sólido y caja para pagar todas sus obligaciones; y que, a pesar de la rapiña conducida por Nahunimar, le sobraría cien millones de bolívares que serían entregados a los accionistas. (Después de cumplir con su labor Moreira renunció a su cargo por cuestiones personales).

¿Dónde está Nahunimar ahora?

Nadie sabe, probablemente disfrutando del dinero que le robó a Econoinvest, parte del cual seguramente paró a los bolsillos de Tomás Sánchez.

Lo que sí se sabe es que los cuatro ejecutivos de Econoinvest siguen presos.

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