Miércoles, 3 de abril de 2013
Mucho trabajo en los últimos días, pero me gustaría decir dos cosas rápidamente.
Mi reacción instintiva cuando escuché que la oposición había descubierto que un militante del PSUV sabía la clave de acceso al sistema de arranque de las máquinas de votación fue de alarma y desmoralización.
Pero luego leí una nota de Eugenio Martínez.
Hipotéticamente quién tenga acceso al arranque de la máquina podría cambiar el status de la máquina de “cerrado” a “abierto”, votar, cerrar nuevamente y volver a transmitir, lo que ocasionaría un acta inválida en el REIS (en el centro de totalización).
Otra caso hipotético es que se podría los equipos para que acepten votos el 13 de abril. No obstante, esos votos no podrían ser transmitidos. ¿Por qué? Cuando se inicie la votación el 14 de abril y se imprima el acta cero (que indica que no había votos cargados en el equipo) los testigos tendrán que solicitar la inhabilitación del equipo y su sustitución.
Como ven, la cosa no parece ser tan grave. La oposición tiene cómo protegerse, sobre todo si tiene testigos en las mesas. El problema principal sigue siendo todo el ventajismo y el abuso que precede la votación y el conteo de votos. No es un gran consuelo, considerando todo lo que está pasando. Pero sería un error que la gente decida no votar por el descubrimiento de hoy. Lo menos que se puede hacer para apoyar y agradecer el esfuerzo que está liderando corajudamente Henrique Capriles es ir a votar el 14.
Lo otro que quería comentar es una declaración de María Corina Machado, condenando la injerencia de Lula por protagonizar un spot electoral de Maduro.
En su condición de ex presidente, Lula tiene todo el derecho del mundo a meterse en las elecciones en Venezuela. Si Oscar Arias o Fernando Henrique Cardoso le dieran ahora un espaldarazo a Capriles, yo los aplaudiría. El problema no es la intervención, sino a quién está apoyando Lula, alguien que, entre otras cosas, es un homófobo declarado. Eso es lo lamentable.
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