Domingo, 29 de septiembre de 2013
Hay un ensayo de Ian Buruma sobre V.S. Naipaul, publicado en The New York Review of Books y titulado “Lessons of the Master,” al que he vuelto varias veces porque es muy bueno.
Allí Buruma admite la “gran deuda” que como escritor le tiene a Naipaul. Y explica perceptivamente porqué los ensayos de viaje de Naipaul son tan únicos:
Naipaul’s literary discovery of the world is marked by the way he uses his eyes and ears. Impatient with abstractions, he listens to people, not just their views, but the tone of their voices, the telling evasions, the precise choice of words. His eyes, meanwhile, register everything, the clothes, the gestures, the facial expressions, the physical details that allow him to pin people down, like butterflies in the expert hands of a lepidopterist. These observations are filtered through a mind that is alert, never sentimental, and deeply suspicious of romantic cant.
Yo subrayaría esas últimas cinco palabras.
Pero, en realidad, el ensayo de Buruma es sobre la biografía autorizada de Naipaul, escrita por Patrick French. Buruma estuvo a punto de ser el biógrafo pero luego, a pesar de la enorme admiración que le tiene a Naipaul, decidió rechazar la oferta.
Explicando porqué tomó esa decisión, Buruma dice:
The idea of writing the life of a man as fastidious and difficult as V.S. Naipaul was particularly daunting. And I was not at all sure that delving into the nooks and crannies of his private life would be a pleasure for me, or enlightening for the readers. I can still remember my sense of embarrassment when Naipaul, looking intently at his shiny brown shoes, began to tell me about his sexual frustrations, as we sat opposite one another in his oddly impersonal London flat. I knew then that this project was not for me.
Desde que leí este ensayo esta imagen de la mirada fija en los zapatos quedó encrustrada en mi mente, inseparable del recuerdo de la lectura. Es una muestra de cómo una simple y perceptiva observación, llena de vida un párrafo. Porque ¿sería lo mismo el párrafo sin ese detalle de los zapatos? A mí probablemente se me hubiese olvidado.
Claro está que saber algo sobre la vida de Naipaul hace más significativa la observación. Pero de igual modo creo que es poderosa.
Otra cosa. La observación, aunque real y llena de significado, no tiene nada literario. Compárenla con esta de Santiago Roncagliolo que ya he citado antes:
Sus palabras pretendían distender la conversación, pero cayeron como pelotas en un campo sin jugadores. Dieron algunos botes contra el suelo y se quedaron ahí, muertas.
Esta es una imagen hermosa, sumamente creativa, pero no tan poderosa como la de Buruma. ¿Por qué? Porque, como diría Naipaul, es una frase que se promueve a sí misma o no está totalmente subordinada a la realidad que describe. Hay partes medio huecas: verbalismo puro sin nervio ni hueso.
Roncagliolo pasó un rato tallando una imagen hermosa; Buruma simplemente “registró todo, la ropa, los gestos, las expresiones faciales, los detalles físicos,” y escogió el detalle que le pareció más económico y relevante. Como aprendió de su maestro.