Viernes, 29 de junio de 2012
Los sospechosos habituales ya saltaron a condenar la destitución de Lugo Paraguay y a asignarle un rol protagónico a Estados Unidos, moldeando la realidad para que encaje en esa simplista y para ellos adictiva narrativa del gran duelo entre la Hidra imperial y los ángeles tercermundistas que la resisten.
Nada nuevo bajo el sol, claro, pero igual vale la pena señalar el contraste entre los agudos reflejos y rapidez de reacción que demuestran cuando la víctima es un miembro del clan y el silencio que siempre sigue a los abusos de los colegas de la tribu.
Se que ya es demasiado pedirles que critiquen a los miembros del clan directamente por las tropelías que cometen dentro de sus países. Pero los sospechosos habituales ni siquiera asoman una crítica ante el apoyo de Venezuela a Siria, por ejemplo; o ante la ironía de un Chávez condenando al Congreso paraguayo a la vez que recibe en Caracas, con honores, a Lukashenko y Ahmadineyad.
¿Por qué ocurre esto?
En parte puede ser esa necesidad casi infantil de creer en narrativas simplistas.
Pero otra posible explicación es que no quieren perder valor en el mercado. Si los sospechosos habituales tiene posiciones más complejas, sutiles, matizadas o simplemente menos partidistas, perderían valor en el mercado de opiniones. Después de todo, la gente sólo los llama porque son del “otro lado,” donde no hay mucha competencia. Como dice el refrán, en tierra de ciegos el tuerto es el rey.
Pero estoy especulando. Mejor darles el beneficio de la duda.