Lunes, 31 de octubre de 2011
Para hablar sobre lo que ha pasado dentro del poder judicial durante la era de Hugo Chávez pocas personas son tan idóneas como Theresly Malavé, directora de la ONG Justicia y Proceso e incansable activista defensora de los derechos humanos.
Ella trabajó en el Ministerio Público desde antes de Chávez hasta hace casi cinco años y pudo presenciar desde adentro el gradual proceso de politización (intensificado después del golpe) de un poder judicial que, aunque no era perfecto antes que Chávez, era un dechado de virtudes en comparación al que tenemos hoy.
A Theresly, como a muchos de sus amigos, la botaron y la imputaron porque no estaba dispuesta a abandonar su independencia ni aceptar presiones. Y, como otros activistas, su venganza ha sido luchar empecinadamente contra los abusos del gobierno.
Durante nuestra conversación, le pregunté mucho sobre lo que queda en el Poder Judicial después de la purga. Y esto fue lo que me dijo:
Para mis amigos todo, para mis enemigos la ley. Muchos jueces y fiscales tienen una visión de guerra a muerte donde la ley es un arma más para marginar y destruir al enemigo (la oposición). “Ellos no ven la ley como la vemos tu y yo, algo que está ahí para aplicársela a todo el mundo, independientemente de su militancia política. Para ellos la ley es un instrumento de lucha.” Theresly dice que es impresionante como algunas personas han somatizado esta retorcida manera de ver la ley, sobre todo los más jóvenes. No parecieran darse cuenta que hay otro modo de concebir la ley y el derecho.
Los honestos son pocos. El juez o el fiscal que lleva décadas de carrera y está esperando la jubilación. Le faltan pocos años y no tiene el coraje para renunciar y empezar de nuevo, menos cuando tiene una esposa o un hijo enfermo. Entonces acepta presiones y órdenes del gobierno, sintiendo al menos algo de culpa y verguenza. ¿Hay gente así, que uno fácilmente puede imaginarse jamás cayendo tan bajo en un país desarrollado, con Estado de Derecho? Claro que los hay, me dice Theresly. Pero no son muchos. “De mis antiguos colegas que siguen allí, que yo sé que son decentes, no hay muchos a los que yo pudiese describir así.”
Abunda la mediocridad. Lo que más se ve son los mediocres que sin Chávez no hubiesen llegado jamás a tener cargos tan altos. Luisa Estella es uno de esos casos. Gente incapaz y ladrona que gozan sus puestos con el resentimiento y el ánimo de venganza de quien nunca pensó que el sistema y su propia formación le permitirían llegar tan alto. “Muchos jueces, que no hacen más que cumplir órdenes de arriba, disfrutan enormemente el poder que tienen, así estén subordinados a la voluntad del presidente. Ahí yo no veo el más mínimo conflicto de consciencia. Esa gente está disfrutando sus cargos.”